El gato Chili atacando esta gran obra
Yo había visto el nombre de esta novela pasar sin que mi deseo se fuera detrás de ella. Ni siquiera su bonita portada me hizo un guiño. Creo que tenía que ver con una larga racha de lecturas japonesas que me dejó saturada de tragedias interiores atadas en diálogos muy contenidos y paisajes con una luz definitivamente extranjera. Ya sé que China no es Japón pero es que no tenía el cuerpo para orientalismos.
Gran error. Se me olvidaba que la gran literatura es universal. No volveré a machacar la cita de Tolstoi sobre la aldea universal pero es verdad, hay una realidad humana común que trasciende las diferencias culturales y que nos permite reconocernos en las vidas de cualquier hombre o mujer, cuando están bien contadas.
Como muchas historias de iniciación, ésta se inicia con un viaje, una expulsión, un exilio interior para ser más precisos. Comienzos de los años setenta, en la China comunista el presidente Mao lanza una ambiciosa campaña de reeducación, los "jóvenes intelectuales" cuya mentalidad ya había sido corrompida por el saber decadente y burgués de occidente serían enviados al campo a ser reeducados por los campesinos proletarios en la ética del sudor,la igualdad y el trabajo. A este efecto, las universidades fueron cerradas y miles de jóvenes despachados a los ambientes rurales más desolados y primitivos del país. Muchos o sobrevivirían a esta condena sin tiempo fijo, tal vez los mataban a la par las penalidades físicas y la desesperanza.
Dai Sijie nos presenta en este escenario a un trío inolvidable pero hay que ir un poco más despacio porque empieza siendo un dueto. Son dos adolescentes citadinos, cuyo delito es ser hijos de intelectuales decadentes (médicos y un célebre dentista) que han caído en desgracia con el régimen. El innominado narrador y su gran amigo Luo se nos aparecen en su penosa peregrinación a la Montaña del Fénix donde habrán de convertirse en dos buenos proletarios. La aldea que les ha sido destinada es un modelo de atraso e ignorancia. En una primera inspección están a punto de perder el violín del narrador pero el magnífico Luo, el personaje descarado que la acción reclama, salva la situación, conminando a su compañero a interpretar la maravillosa pieza revolucionaria Mozart piensa en el presidente Mao. Está claro que estos muchachos piensan sobrevivir y que saben de alguna manera que sin humor y sin agallas no lo van a conseguir.
Pues bien, la vida en la aldea es un infierno cotidiano de agotamiento y desesperanza. Sólo lo extraordinario puede salvarles y lo extraordinario consiste en el descubrimiento de dos tesoros: una maleta llena de obras maestras de la literatura occidental y la bellísima e inteligente hija y ayudante del sastre de una aldea vecina, en adelante denominada la Sastrecilla.
Al tesoro femenino no hay que darle muchas vueltas, para dos adolescentes solitarios y despojados, la belleza de una joven tiene un poder que no necesita ser explicado. Lo de los libros es un poco más complejo: en plena revolución cultural casi todo había sido prohibido: "Aquella historia de literatura me deprimía profundamente: no teníamos suerte. A la edad en la que por fin habíamos podido leer de corrido, no quedaba ya nada para leer.". En la sección de literatura occidental de las librerías sólo se encontraban las obras completas del líder comunista albanés Enver Hoxaa, cuya siniestra mirada desde la portada es un escalofrío que el narrador transmite de forma magistral.
Los pasajes en los que se nos presenta a la Sastrecilla están llenos de un lirismo apasionado que impulsa a la narración y nos hace bebernos a sorbos las páginas donde esta niña nos enamora también a los lectores: "La princesa de la montaña del Fénix del Cielo llevaba un par de zapatos rosa pálido (....)", "Se inclinaba hacia la máquina de coser, cuya base lisa reflejaba el cuello de su camisa blanca, su rostro oval y el fulgor de sus ojos, sin duda los más hermosos del distrito de Yong Jing, si no de toda la región".
De muchas formas, nuestros héroes descubren el poder de la narrativa. Un alivio de su condena surge de su capacidad de relatar películas que los aldeanos escuchan maravillados de esas imágenes nuevas y coloridas que se despliegan ante sus ojos, tanto que el jefe de la aldea los manda a ver películas a la ciudad más cercana para institucionalizar las sesiones de "cine oral". Ese talento, en especial de Luo, es que los acerca a las Sastrecilla, hambrienta de ficción, de historias, de vida.
No digo más. Yo he leído esta historia tan maravillada como los campesinos que escuchaban las películas vueltas a la vida por este par de encantadores de serpientes. Está llena de matices, de cariño por los personajes, incluso los secundarios como el desagradable Cuatroojos, el sastre, el jefe de la aldea, el molinero, las brujas, están todos vivos y respirando. La aldea funciona como universo.
Mi edición de bolsillo de Salamandra, colección Quinteto, es más que correcta: letra grande, encuadernación robusta, espacios generosos, una pertinente nota sobre el autor que nos informa del carácter autobiográfico de la narración. La traducción transmite una prosa sencilla, de una elegancia poética y eficaz. Dos peros: hay que dejarse los ojos para encontrar el nombre del traductor y el texto de la contraportada destripa casi sin contemplaciones más de la mitad de la trama.
Nota librera final: Gran adquisición hecha en la librería de segunda mano Menos Diez, en pleno centro de Madrid pero algo escondida en la pequeña calle Espejo, 5, cerca de Ópera. Buenos precios, gran selección, vayan, que no abundan los aventureros que se decidan con estos negocios en este mundo tan duro.
Librería Menos Diez