lunes, 6 de diciembre de 2010

HIBERNACIÓN FELINA Y HUMANA



HIBERNACIÓN FELINA Y HUMANA

Es el primer fin de semana del invierno. No del invierno de calendario, sino del invierno de la calle, del frío verdadero, del que arranca de tajo los últimos penachos de hojas rebeldes. Sin embargo, la mañana es optimista, bajo una fraja sólida de cielo gris, se abre un ojo de sol, que promete un paseo bien abrigado, una mañana de compras, unas cañitas por el barrio. Pero Anita no se deja engañar, Anita reclama su desayuno a las siete de la mañana, come con muy malos modales, atiborrándose indecentemente y se vuelve corriendo a la cama.

Los humanos tomamos zumo, café y muffins de chocolate, mientras nos prometemos planes fascinantes para conquistar la ciudad y ser como la gente de los anuncios de ropa de invierno. Me planto mi nuevo abrigo sobre el pijama y corro hasta el kiosko, vuelvo con el periódico del domingo y un poco menos de ganas de tomar la calle, tal vez es el viento helado que no ayuda mucho a la valentía.

Me refugio en el sofá pensando que será sólo un ratito, que ese ojo de sol terminará por abrirse y fabricar un encantador día de postal. Anita se digna salir de la cama (o mejor, es desalojada de ella) y salta en mi regazo. Esta muy calentita. Ronrronea. El periódico me aburre, le rasco el cuello a Anita. Nos dormimos. Me despierto e intento terminar de leer un artículo sobre la huelga de los controladores aéreos, en la televisión hay un informativo non-stop sobre el mismo tema, Anita se acomoda en la cueva de mis piernas dobladas. Nos volvemos a dormir.

Sería hora de ir pensando en darme una ducha. A Anita parece no gustarle la idea de que quiera moverme, se sienta en mi pecho y me mira a los ojos como un pequeña buda enojado y emite un curioso sonido a medias entre el maullido y el discurso. No es una gran oradora, se queda dormida antes de terminar (y creo que yo también).

Hora de comer. Sueño. Café. Sueño. Hibernamos en una cueva de sofá y mantas.

Ilustración: Boceto mirada (Sr. Roofer).


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