viernes, 26 de abril de 2013

ENCUENTRO CON EDMOND BAUDOIN


Ayer la librería Central de Callao organizó un encuentro con Edmond Baudoin, el autor de cómic francés. Siempre que asisto a una de estas citas voy con un poco de miedo, ya se sabe, esa línea que a veces es mejor no traspasar, mejor no confundir la exquisita voz del autor con la de un hombre común con los aburridos tics de todo el mundo, al fin y al cabo los escritores no están obligados a encarnar un personaje encantador o atormentado. ¿Para qué perder un rato con un señor aburrido que al vez preferiría haberse quedado en casa? A veces es mejor preservar la limpieza de esa voz que nos habla en esa única intimidad extraña que comparten autor y lector.

La de ayer fue una ocasión feliz. Baudoin venía a hablar de su libro sobre Dalí, un trabajo de encargo del Centro George Pompidou que organiza su viaje como parte de la promoción de la muestra que ahora se traslada al Reina Sofía. En la pequeña cueva donde se organizó la charla nos apelotonamos unos cuantos fans acérrimos y un grupo de ruidosas adolescentes francesas que poco a poco se fueron apaciguando con la palabra mágica de Baudoin.

Un hombre de apariencia frágil y modales cautelosos de ave posada en tierra. Su pañuelo rojo desmentía a su barba cana, en fin, un joven de setenta años. Respondía a las preguntas del entrevistador y luego del público con ideas de una aparente simplicidad y era capaz de convertir hasta las cuestiones más intrascendentes en material para la reflexión, la risa, la imaginación. Dijo que Dalí no habría sido su primera elección para hacer una biografía de un pintor español, que antes se hubiese inclinado por un Goya o un Miró y reconoció sin dobleces que era un trabajo de encargo pero que poco a poco los rastros de Dali, como ser humano que había ido encontrando le habían hecho entender más su vida y obra. En ese sentido habló de la especial relación con ese hermano muerto al que vino a remplazar y del vínculo entre la gente que ha sido tocada por la muerte y la necesidad de crear.

Al final firmó y dibujó pequeñas obras de arte para sus fans que lo contemplaban extasiados. Hacía creer que la belleza es un milagro de lo más fácil, multiplicaba panes y peces sin que siquiera se le agitara ese flequillo rebelde. Yo lo miraba desde un poco más lejos, extasiada también.




A quien no lo haya leído le recomiendo empezar por Piero (Astiberri, 2007) una pieza autobiográfica que consigue evocar el pulso de los veranos de la infancia y pintar el amor fraterno sin una pizca de cursilería.


Post scriptum: He descubierto gracias a un mago de la red que otro de los asistentes a la charla, Enrique Flores, ha hecho una entrada en su blog y ¡me ha dibujado!, bueno a mí y a otro montón de gente. Dejo el enlace a sus muy interesantes apuntes de la realidad y, de paso, a "mi ilustración".

Más información: La página oficial del Sr. Baudoin, con toda la limpieza y la expresividad de su trazo en blanco y negro.



lunes, 8 de abril de 2013

ORDENO Y MANDO

Me gustan los libros bien editados, las portadas preciosistas, el papel de calidad y los editores que se arriesgan con pequeñas joyas por descubrir sin tener la certeza de que el mercado vaya a aceptar alguna propuesta que salga de los caminos más trillados. Sin embargo, no hay bolsillo que resista un gusto exquisito sin intermitencias (bueno, sí los hay pero no se pueden hacer generalizaciones con los millonarios) y además existen algunos refugios para el lector de limitados medios y con ganas de un bocado literario de calidad, por eso siempre he sido fiel a la Colección Compactos de Anagrama, que tiene un amplísimo catálogo de autores y títulos, muchos de los cuales son indiscutibles clásicos contemporáneos.

Hay muchas formas de procurarse material de lectura, soy una fanática de las bibliotecas y apoyo los préstamos entre amigos, soy de las que devuelve los libros pero me hace muy feliz comprarme uno. En el acto de comprar un libro hay una vocación de permanencia, de amistad, de relectura. Puede que la relación no cuaje pero siempre habrá quien quiera acoger a ese que nuestro capricho haya descartado.

Cuando mis ganas de leer no van de la mano con mis deseos de gastar como un emir, me dirijo a la zona de libros de bolsillo de alguna librería sin mirar hacia la tentadora y cara zona de comics y me tapo las orejas para no caer en la trampa de los cantos de sirena de las mesas de novedades, voy directa a los colorines de los Compactos y allí me elijo algo que me dará unas seguras horas de felicidad, he tenido alguna decepción, es verdad, pero no hay placer sin riesgo.

El ritual que he descrito arriba lo he llevado a cabo unos cuantos años y durante este período he estado a punto muchas veces de escoger algo de Amélie Nothomb, que tiene un aire de mujer de mundo, cool e interesante, con su infancia japonesa y su padre diplomático pero siempre se cruzaba en el camino alguna otra lectura con un título más llamativo o un autor del que ya tenía algún recuerdo feliz. Algún día tenía que decidirme, así que me dirigí con el fino volumen rosa de Ordeno y mando y mis 6,99 euros a la caja.

El comienzo es estupendo, no sabes a qué te estás enfrentando, si a una novela negra o a una reflexión sobre la esencia de las relaciones humanas de corte ligeramente existencial.:

      "-Si un invitado muere repentinamente en su casa, sobre todo no avise a la policía. Llame y pídela que les lleve, a usted y a ese amigo que se siente indispuesto, al hospital. El fallecimiento no serrá certificado hasta llegar a urgencias y de este modo podrá demostrar, con la ayuda de testigos, que el individuo en cuestión murió por el camino. Gracias a lo cual, le dejarán en paz."

Este estupendo párrafo abre esta novela breve y es muy prometedor. Tiene muchas implicaciones sobre los límites entre la culpabilidad y la inocencia, la reacción normal ante el hecho profundamente perturbador de una muerte en casa.Apenas en el segundo capítulo la pregunta que abre el enigma cobra consistencia milimétrica: la anodina vida de Baptiste Bordave se ve perturbada por un desconocido que le pide usar su teléfono por una avería de su coche y se desploma, indudablemente muerto en su salón.

A partir de aquí, Bordave contradice todas las que en esa conversación inicial, habría planteado que serían sus reacciones normales a una situación tal, como llamar a un médico o dar parte a la policía. Contrariando su propia lógica, se apropia de la cartera y del magnífico deportivo del muerto y se desprende de su propia identidad, como una serpiente abandona una vieja piel y sale al mundo vestida de colores más brillantes y nítidos.

De aquí en adelante, toda la narración se centra en cómo el protagonista se apropia de la vida de Olaf Sildur, el muerto. Las extrañas circunstancias de la vida de este personaje facilitan el cambio de piel. Una hermosa mujer rubia y una hortera pero comodísima mansión se convierten en su nuevo y bienvenido universo.

Es un libro bien escrito, con una notable economía de recursos sostiene una historia en la que casi todo ocurre al comienzo y al final. Hay una fórmula de oro, según la cual una narración que empieza y termina con aciertos, tendrá que ser necesariamente buena. Pero no, aquí hay algo que no funciona y es que la suerte del personaje nunca llega realmente a importarnos. Ese hombre que se dedica a var pasar las horas bebiendo champán y contemplando a la rubia y bella señora Sildur, no apasiona, no entusiasma.

Toda la acción se apelotona hacia el final, el tiempo avanza a marchas forzadas y nos topamos de frente con la última línea sin que nos haya dado tiempo aferrarnos a alguna señal de la historia que nos permita luego evocarla, como se evoca el rostro de un ser que ha pasado y ha dejado una huella sensible, un olor, una mirada, en nuestra memoria.

Creo que Nothomb tiene que tener libros mejores. Lo intentaré con Estupor y temblores o Metafísica de los tubos, dos de sus títulos de culto. Ya volveré con mis recuerdos de viaje.

Más información:

Para que haya contraste, una crítica entusiasta, en su momento en en Rock de lux
Una reseña detallada y medida de Care Santos en el blog La tormenta en un vaso
El autor del blog Cruces de caminos también le pareció que el comienzo era lo mejor de la novela.

lunes, 1 de abril de 2013

LOS HOMBRES MOJADOS NO TEMEN LA LLUVIA




Si en el primer párrafo de una novela negra se cita a Lacan, sé que tendré que leerla. No por Lacan, sino por parafrasearlo apoyado en la barra de Casa Camacho.

Juan Madrid conduce su narración a través de dos voces que se entrecruzan: la de su protagonista, Liberto Ruano, un abogado promiscuo y (empero) a la vez dado a los enamoramientos peligrosos y la de Aurelio Peescador y su minuciosa recolección del pasado en los Cuadernos, que van desenvolviendo el hilo del pasado que crea y explica el presente. El dueto funciona, el ritmo frenético de Ruano se compensa con la calma desolada de Pescador, la calma del que ya no tiene nada que perder y narra como quien habla a la posteridad o al vacío.

La vida de Ruano, ordenada dentro entre su afición por las mujeres y el ejercicio del derecho, junto a su brillante asociado, Feinman, se remueve cuando una prostituta que quiere ser representada por él en un oscuro asunto relacionado con un chantaje a un cliente poderoso, es asesinada. Aquí se pone en marcha la maquinaria eficiente de una trama bien engrasada que discurre por un Madrid en el que casi siempre es de noche y los bajos fondos comparten un lecho furtivo con los ricos y poderosos.

En esta historia conviven damas de alta alcurnia operadas hasta la caricatura con proxenetas, camellos y proveedores de toda mecancía que el mercado, esa hidra insaciable, reclame. Entre bastidores se percibe la mano silenciosa que anima este retablo de las maravillas, como en toda historia de poder y riqueza contemporánea, aparece la mafia, en este caso la 'ndrangheta calabresa con sus códigos de hierro y esa manera de apostar en un juego en el que las reglas son secretas para todos menos para ellos.

En un universo como este es difícil encajar la existencia de héroes pero algunos de los maravillosos personajes secundarios nos haen desear poder evocarlos en una situación de apuro: la solidez de Charo, la clarividencia de Pescador, el saludable cinismo de Juan del Foro.

Los hilos de la intriga están entrelazados con una destreza que lleva al lector sin esfuerzo a través de las varias historias que confluyen en la narración. Hay solamente una línea argumental que no está igual de afinada que las demás: la trama amorosa entre Liberto y Julia, no acaba de convencer, aunque la locura de amor no necesita explicaciones, ésta parece encajada a la fuerza en el conjunto de la historia.


En resumen, una novela efectiva, bien construida, que hace creíble incluso a una surrealista vagina dentada. Vale la pena leer a Madrid, un hombre que conoce su oficio, un artesano de la palabra sin artificios.

Más información:

Reseña del libro en la web de la editorial: Ficha
Entrada en el blog de Maite Uró que revela una lectura crítica y detallada, el mejor elogio que se puede hacer de una obra: dedicarle tiempo y reflexión.
Artículo Juan Madrid romántico empedernido en el blog de novela negra de El País, Elemental.