domingo, 31 de agosto de 2014

LA CANCIÓN DE AMOR DE JONNY VALENTINE (Teddy Wayne)



Quería un libro gordo como compañero de viaje y la portada con letras de purpurina me encantó. Por motivos más futiles se casa la gente. La cita de James Franco (actor, guionista, director, productor, modelo, escritor, músico y pintor, según Wikipedia) en la cubierta: "Única" me echó un poco para atrás pero pensé que podía ser un gesto con cierta gracia irónica, así que me lancé y salí con el Sr. Valentine de la mano.

Jonny Valentine tiene casi doce años y es una estrella del pop. Esta novela, narrada en una primera persona -convincente casi todo el tiempo- nos sumerge en la vida de este adorable monstruo que la fama (y su madre) han fabricado. Es un libro duro, si consideramos el contenido, desde las primeras páginas sabemos que Jonny no puede conciliar el sueño sin ayuda del Zolpidem, que cuando la canción de cuna que su manager-madre le canta por el móvil no funciona, su pasaje seguro al mundo de los sueños es este simpático análogo de bezodiazepina.

Zolpidem, el mejor amigo de las estrellas infantiles.

Es evidente que el personaje está inspirado en el hoy juguete roto Justin Bieber, un niño con una preciosa voz transformado en una máquina de hacer dinero a base de producir insulsas canciones de amor para niñas y adolescentes. Hago un esfuerzo de memoria pero no logro tararear ninguna de sus éxitos que estoy segura de haber oído por la radio y la televisión y mi esfuerzo por documentarme no llega al extremo de rescatarlos del pudoroso velo que el olvido ha tejido. Nos enteraremos por Jonny que el dinero más que en la música está en el merchandising destinado a decorar la vida de sus devotas fans y que, por tanto, su imagen vale casi más que su voz.

Justin Bieber cuando todavía era un angelito

Siendo una narración que descansa casi exclusivamente en la figura protagonista, es fundamental que el lector se crea a este extraña criatura que por momentos es un niño abandonado pero un instante después es más cínico que una vieja estrella del rock de vuelta de todos los vicios. Yo me lo creo: la obsesión por el peso, la obsesión por el sexo, la soledad, la nostalgia de la normalidad perdida, el que le resulte más fácil dormir en un saco de acampar que en una inmensa cama de hotel, la búsqueda de esa figura casi desvaída del padre que le abandonó y al que poco a poco va cubriendo de atributos míticos: un aventurero en Australia, un broncas de corazón de oro que si se ensarza en una pelea de bar, probablemente tenga nobles motivos.

Antes de mutar en la criatura mitológica que describe la narración, Jonny era Jonathan Valentino, hijo de una cajera de supermercado y de un hombre que desapareció del panorama, natural de Sant Louis, mejor amigo de Michael Carns, un niño normal para el que la idea del paraíso era intentar pasar la noche en vela en casa de su amigo, viendo la tele y dándose atracones de comida basura. Un momento muy bien logrado es cuando el productor de un documental arregla un encuentro con su antiguo amigo y ambos se san cuenta del océano que ahora los separa: "Aunque yo no era el mismo, ni tampoco él, y si venía de visita no nos divertiríamos juntos y yo no podría quedarme toda la noche en vela porque se me desbarataría toda la agenda del día siguiente y no me dejaban comer comida basura (...)".

La vida de Jonny se mueve entre el control y la soledad. Es decir, no puede estar solo cuando quiere ni acompañado cuando lo necesita. Su familia es la gente de su equipo: un grupo de adultos pagado para protegerlo, alimentarlo y educarlo. Su relación con ellos es uno de los mayores logros de la historia: está llena de matices porque estamos hablando de un niño inteligente, talentoso y necesitado de afecto, al que no es difícil querer pero que a la vez es su empleador. Walter, el guardaespaldas, un tipo grande y solitario, le tiene verdadero afecto pero en el mundo en el que viven, a veces el cariño es una debilidad que te puede costar cara.

La madre, Jane, es un personaje difícil. Una mujer inteligente, con cabeza para los negocios que cuida de su Jonny como de un producto valioso que no  puede engordar ni tener acné y sólo de tarde en tarde se acuerda de que también es su hijo. Por otra parte, vemos una mujer desesperada por alcanzar un ideal estético que se le escapa, por encontrar algo de amor o deseo en la mirada de los otros; alguien que ha vivido muchos años en la frustración, en un mundo gris que desea desterrar hasta de sus recuerdos, o bien reducirlo a una amenaza de lo que puede pasarte si por un momento dejas de cabalgar en la ola del éxito.

Hace poco leí Stoner, una novela en la cual el tema del fracaso era central. La preocupación por el éxito ocupa aquí ese lugar protagónico aquí; estas dos historias -de todo radicalmente diferente- no parecen generar reflexiones muy distintas: el "fracasado" Stoner no parece más infeliz que el triunfador Jonny. El vértigo de asomarse desde las alturas del éxito a las simas del fracaso genera tanta ansiedad y sufrimiento como vivir en ese valle oscuro. Pero como dijo Kid Pambelé: "es mejor ser rico que pobre".

Uno de los mayores aciertos de Wayne es que no cae en la tentación de compadecer a su criatura. Este Jonny resulta tan atractivo porque es dickensiano en su carácter de niño explotado pero postmoderno en su macahacón discurso marketiniano sobre sí mismo como marca. Está construido con muchos matices, por ejemplo, es un esclavo del mercado del entretenimiento más basura y baladí pero también es un cantante con talento, oído y amor por la música, él mismo lo dice: "Aunque supongo que casi nadie acaba dedicándose a lo que de verdad le gusta. Yo tengo suerte.". Es ese delicado balance de matices lo que le da emoción y altura a la prosa de esta novela.

La historia es larga pero se lee sin dificultad. El final no acabó de convencerme pero reconozco que cumple en cerrar con la reflexión en torno a la edad mental del protagonista y de la gente que lo rodea. La traducción de Ismael Attrache es buena y mantiene el sentido del humor que resulta fundamental para digerir la historia.

La edición de Blackie Books es buena, las estrellitas tan chulas de la portada técnicamente son "stamping holográfico" y deben ser caras de hacer. Como dije, es un libro gordo que no se viene abajo y aguanta caídas, lectura a la intemperie y otros accidentes de la vida, se agradece.

En resumen, recomendable. Un autor interesante al que vale la pena seguirle la pista.


Más información:
- Reseña en Entre montones de libros
- Artículo en Jenesaispop que profundiza en la inspiración "Bieberiana" del personaje.
- Entrevista al autor en la revista Icon en el País.Al ser un producto para caballeros siempre me siento como si estuviese incurriendo en una conducta irregular cuando la leo.
- Entrevista al autor en Rollingstone.es. Parecía una buena oportunidad para explorar su visión desde la óptica del negocio de la música pero se queda un poco corta. 

8 comentarios:

  1. Estupenda reseña, Sonia. Había visto ya la de de Mientras Leo y más o menos creo que me hago una idea de lo que me encontraría en este libro (muy gordo, por cierto). Una radiografía de una situación que más o menos todos sospechamos o podemos intuir. Y en cierta forma, consentimos. A mi cuando hablan de esclavitud infantil y nos ponen siempre las mismas imágenes me da por pensar que tenemos una visión muy limitada de la misma, que hay muchas formas de esclavitud y que no todas están donde no hay dinero...

    Tu reseña me ha encantado pero el libro sigue sin llamarme lo suficiente. Si no hubiera tantos esperando... ;)

    Abrazo!

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    1. Gracias, Ana. Yo disfruté mucho la lectura, imagino que al estar de viaje, leyendo en la habitación del hotel, cansada de caminar todo el día, me sentía suspendida en ese lugar sin coordenadas en el Jonny habitaba durante sus giras.
      Los libros a veces nos asaltan por sorpresa, igual este te sale al paso un día. Si eso pasa, déjate llevar.

      Un abrazo,
      Sonia

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  2. A mi me encantó. Es, como dices, el reflejo de un juguete roto, pero ni así busca que el lector sienta lástima por él. Tuve la oportunidad de entrevistar al autor y, como bien dices, es un nombre a seguir.
    Fantástica reseña y buenísimo el contrapunto con Stoner.
    Besos

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    1. ¿Tuviste oportunidad de entrevistar al autor? Cuenta, cuenta, o pon el link (si puedes). Qué interesante.
      Como señalabas, el retrato no cae en la compasión (aunque el personaje es digno de ella). Creo que resistir esa tentación "moralizante" es una de las características de la buena literatura.
      Un abrazo,
      Sonia

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    2. Claro, Sonia.
      Te dejo el link. La verdad que fue genial :-)
      http://entremontonesdelibros.blogspot.com.es/2014/02/entrevista-teddy-wayne.html
      Besos

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  3. Me da pereza un libro tan extenso si la temática no es de mis preferidas. Gracias por acercarme el libro, que por cierto, no conocía. Una reseña estupenda, un besote!

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    1. No es por meter presión pero se lee en un suspiro. La temática es muy amplia: el éxito, la familia, lo que es arte y lo que no, la música, la ambición, la soledad...
      Abrazos y gracias,
      Sonia

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