sábado, 7 de julio de 2012

LA FASE DEL RUBÍ

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Hay una pequeña librería de Madrid, Opar, que más que un lugar físico es una puerta dimensional a otros mundos. Fue el librero que la regenta, el magnífico Alfredo Lara, quien me recomendó este libro de Pilar Pedraza, una autora que yo desconocía por completo. Me advirtió, eso sí que me preparara para una dosis de crueldad exquisita. No exageró en absoluto.

La protagonista de esta novela es un monstruo, un monstruo perfecto como los que la Florie Rotondo de Capote quería encontrar en el centro de la tierra. Florie, que también esperaba oro, uranio y rubíes pero sobre todo monstruos perfectos. Imperatrice.

Lo femenino monstruoso usualmente tiene dos vertientes: la bruja repulsiva, poderosa en virtud de su sabiduría y su edad; su fealdad física y moral es parte de sus herramientas de dominio mediante el miedo y el conocimiento de pociones y hechizos. En el otro extremo, la mujer fatal, la bella asesina, apetecible pero mortífera como una fruta envenenada. Tienen algo en común, son humanas, actúan movidas por el amor, la ambición, la venganza, el miedo a envejecer. No nuestra protagonista, lo que atisbamos de humano en ella es su aburrimiento, su inteligencia, su extraño sentido del humor, por lo demás, actúa en una esfera por completo ajena al universo moral de los hombres. Es un monstruo perfecto, sin fisuras:

"Sentada en una piedra,estuve mirando el agua durante largo rato. Era como si contemplara mi propia alma: hastío y desolación hasta donde alcanzaba la vista, y, sin embargo, promesas de insospechados hallazgos bajo la superficie. Sonreí."

La voz narrativa se alterna entre la de la propia Imperatrice que narra sus desaforados apetitos y la de su medio hermano Torcuato, un sacerdote más interesado por sus eruditas traducciones que por la cargante rutina de su puesto de secretario del Santo Oficio de la decadente ciudad de La Perla. Como lectora, a mí me suele costar acostumbrarme a este tipo de recursos, que me hacen demasiado presente la estructura técnica que soporta a la historia pero Pedraza consigue que funcione, que las depredaciones de la pantera humana queden enmarcadas por la extrañeza, el cargado aire que se cierne sobre la ciudad que parece haberse instalado en una agonía lenta y autocomplaciente.

Fantasmas, vampiros, zombies (presencias repulsivas que aquí ni siquiera tienen ese nombre) posesas, íncubos, sabios no-muertos. La fauna que puebla La Perla es variada y aterradora, desde los conventos hasta los palacios y los lupanares, el diablo tiene bien establecidas a sus huestes. 

Desde que leí Olalla de Stevenson, nunca había encontrado una adecuación más perfecta entre la narración gótica y el duro paisaje castellano. El ambiente despliega su tóxica magia y por eso los horrores que se suceden sin descanso, resultan absolutamente verosímiles y aterradores.

El tratamiento del lenguaje logra transmitir crear la atmósfera de época sin resultar cargante ni descuidado. La autora deja cabos sin atar pero como los designios del Oscuro son tan complejos que no se lo podemos reprochar. Su mayor logro es que los lectores terminen prendados de un monstruo.

Recomendadísimo.

Mi ejemplar corresponde a la reedición que El Club Diógenes Valdemar hizo en 2009, un libro cuidado, con una tipografía que se deja leer y una calidad que aguanta la prueba del maltrato playero al que lo sometí. Otro acierto en el catálogo de esta editorial sui generis.

Reseñas:


9 comentarios:

  1. Gracias por hacerle caso a este viejo. Corro a comprarlo.
    Agamenón

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  2. Ve a Opar, como dice la señora Gata, es una librería increíble. Que lo disfrutes.

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  3. debo decir que no sólo la entrada me parece interesantísima, sino también los enlaces que dejas al final de esta ¡gracias!
    Ale.

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  4. De verdad que tiene muy buena pinta esta novela vampírica, Sonia; gracias por la recomendación.

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    1. Mike, no había visto tu comentario, si la lees cuéntanos qué sensación te deja. Un abrazo.

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  5. ¡Hola!
    Acabo de ver tu respuesta en tu otra entrada sobre Pedraza. Muchas gracias por el enlace.
    Queda apuntadísima esta autora que intentaré leer en cuanto pueda aprovechando que tengo más tiempo ;-)
    ¡Un saludo!

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    1. Por cierto, el gato (¿o gata?) es una preciosidad^^

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    2. Hola Reich:
      Gracias por tu interés. Si estás en Madrid, te recomiendo que te pases por Opar que tiene todo el fondo editorial de Valdemar y es un sitio fascinante.
      Un abrazo,
      Sonia

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  6. Ah, la gata era mi adorada Anita Tiburón Blanco, una sphynx con más pedigree que su ama. Ahora estará en el cielo de los gatos o donde quiera que vaya el espíritu de las gatas bellas, cariñosas y diabólicas. Ahora tengo un macho, Chili José Tejado, es más bueno y tranquilo que su predecesora, nos vamos queriendo poco a poco.
    Fin del cotilleo gatuno
    :)

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