lunes, 27 de mayo de 2013

EL MES MÁS CRUEL

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Atendiendo a la taxonomía literaria, El mes más cruel es una colección de relatos. Pero atendiendo a la huella que deja en el lector, tras volver la última página con una sensación a medio camino entre el alivio y el horror, se diría que es el mapa de un país oscuro, siempre amenazado por ominosas nubes negras, más terribles que cualquier tormenta desatada. Alivio, por apartar la mirada de esos seres heridos, dependientes, presos de una obsesión o atados por el miedo que no les deja vivir la vida que estaban destinados a disfrutar; horror, de asomarnos al espejo y encontrar la cara de una de esas desgraciadas criaturas.

En las costas de ese país, el mar nunca está en calma y sus aguas azul medianoche son las fauces de un dios insasiable y salvaje, frente al cual ningún sacrificio será jamás suficiente. Junto a la Roca Niña nos podemos sentar a otear al horizonte pero nunca el porvenir, no hay rayo de luz que se abra paso. Cada mes que se arranca del calendario sólo da paso a otro mes más cruel aún que el anterior.

Una de las mayores virtudes de Adón es la economía de medios con los que pinta los retratos de sus desesperados personajes, basta un gesto, una manera de perderse en el bosque, de huir temblando como un pájaro enfermo. Hay un tono común que tiñe sus rasgos y que tiene que ver con que lo que aman es a la vez lo que los mata o, por lo menos, no los deja vivir. La tragedia de estas existencias truncadas es absolutamente verosímil por la contención con la que son expuestas, es una voz poética, dulce y fría a la vez la que da cuenta de las intermitencias de la locura, de quienes sobreviven con la  obsesión como única compañera.

A veces ni siquiera estamos seguros de que sean personajes de este mundo los que cruzan los desolados y húmedos paisajes de El mes más cruel, a veces su sufrimiento más parece el de espectros que repiten sin cesar los pasajes traumáticos de una vida que ya no tiene oportunidad de una conclusión menos deseperada y solitaria: los fantasmas y la eterna repetición del sufrimiento.

No es un libro apto para lectores voraces, es un licor fuerte y amargo que debe ser degustado a sorbos razonables y pausados. De ser  posible, y para mentes influenciables por lo que leen (como la mía), aconsejaría alternarla con alguna otra cosa que invite un poco más a la frivolidad, a la despreocupación. Para compensar.

El aliento lírico de la narrativa de Adón no se limita a los poemas que van introduciendo cada uno de los relatos. Es como si su prosa tuviera una piel pálida y con una cualidad translúcida, que dejara ver las venas azules de la poesía que la alimentan y la sostienen. En tanto que la presencia de la poesía es orgánica y natural, enriquece la estética de las historias y contribuye a crear ese clima que defintivamente atrapa al lector que se atreve a poner el pie en estos escenarios tan delicada y eficazmente construidos.

Si tuviese que recomendar alguno de los relatos en particular, creo que me quedaría con Culto doméstico con su trama de amores equivocados pero irrevocables y su voz narrativa que va basculando como si un viento la empujara de uno otro de los personajes y de los ángulos de la historia, que además tiene un precioso final: "...creo pensar que lo único que realmente deberíamos buscar sin reposo es la página del delgado e indispensable libro que nos enseñe a cómo perpetuar la felicidad".

Pilar Adón es también traductora. De esta faceta de su trabajo sólo he tenido la ocasión de leer la estupenda traducción de Picnic en hanging rock pero el manejo de orfebre que tiene de la palabra es una habilidad impagable a la hora de ejecutar ese complejo fenómeno de reencarnación que es traducir.

La edición de Impedimenta es, como de costumbre, de calidad irreprochable. La portada es especialmente bella y adecuada al libro. Corresponde a una obra de Dino Valls, un pintor que no conocía y cuya obra resulta de una belleza perturbadora y con un ramalazo de crueldad más sugerida que evidente. Un descubrimiento del que se puede tener un atisbo en su web.

Más información:
Una reseña con mucho sentido del humor (que se agradece) en El placer de la lectura.
Reseña de emilio Ruiz en el blog La tormenta en un vaso

6 comentarios:

  1. Normalmente me gustan los libros sobre los que posteas pero en este caso tengo que expresar mi más profundo desacuerdo. Encontré esa obra una especie de catálogo de gente triste, enferma, sin esperanza. Encima, sus desgracias están narradas de una manera gélida, que te entran ganas de tirarte por la ventana. No sé ni cómo lo terminé, será que no me acababa de creer el boquete en el que me había metido.
    En fin...
    Un saludo,
    Salambó

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    1. Apreciado Salambó:
      Muchas gracias por tu visita y comentario. Creo que todas las razones por las que no te ha gustado el libro hablan de su enorme poderío. No intentaré convertirte ni que cambies de opinión, hasta te diría que tienes razón en definir el libro como "un boquete", es una manera muy gráfica de describir esa sensación de encierro y callejón condenado que aparece agobiar a los personajes. A mí esta lectura también me produjo desasosiego pero al final prevaleció el gusto estético al agobio emocional. Bueno, gracias de nuevo por pasarte, espero que sigas viniendo para descubrir nuevas afinidades o divergencias.
      Hasta la próxima,
      Sonia

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  2. No lo he leído pero me gusta mucho el humor negro... Y me ha encantado tu descripción de lector enfermo, roído por la lectura como droga, jajaja....-cada sorbo lento y degustado-... Hasta recordé las veces que he regresado a una página especifica sin temer el tiempo que me dure la lectura del libro...saludos lo buscaré y ahí sera necesario mi comentario....

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    1. Pues sí te lo cruzas, te lo recomiendo, eso sí, con la advertencia de que es tan duro y afilado como el acero valirio. Pero así somos los letra-adictos, nos va la marcha fuerte.

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  3. Una escritora sobrevalorada ¿no? A mí me parece un libro desigual, hay cuentos muy buenos y otros que no llegan al nivel.
    Abrazos,
    Truman

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    1. No sé qué decirte, yo encuentro que tiene una voz muy personal y reconocible. Es verdad que el libro tiene sus altibajos pero en conjunto está bien.

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