sábado, 1 de marzo de 2014
EL INVITADO AMARGO (Presentación)
Hoy voy a hacer una cosa rara: hablar de un libro que aún no he leído. Bueno, mientras escribía esto he encontrado on line los dos primeros y breves capítulos que que la editorial pone a manera de aperitivo y me los he zampado de un estirón. Es una estrategia arriesgada porque sí la calidad es buena, el lector va a picar, no hay garantías de que el resto del libro esté a la misma altura pero se crea un entusiasmo de inicio que hará que casi con seguridad se termine comprando, prestando, robando o lo que sea pero si el arranque es flojo, no va a haber manera de que se desee ese libro ni gratis. En este caso, he caído y me iré a la librería en cuanto mis finanzas me lo permitan, o tal vez antes.
El lunes pasado estuve en su presentación en la Central de Callao. No suelo acudir con mucha frecuencia a este tipo de convocatorias, a menos de que sean de un autor que esté en mi olimpo personal pero en este caso unos comentarios oídos en la radio me hicieron interesarme, además el título, El invitado amargo es precioso y, como muchas cosas bellas en literatura, es de Shakespeare:
"Lest jelousy, that sour unwelcome guest
Should by his stealing in, disturb the fest (...)"
(Venus and Adonis)
Apretujado en la sección de libros de historia de la Central de Callao, un público ansioso de oír a los autores se apoderó de todos los sitios disponibles. incluyendo picos de mesas, escaleras y cajones. La concurrencia estaba compuesta en su mayoría por quienes parecían ser supervivientes de une época intensa de aventuras vitales e intelectuales. Por momentos esa habitación parecía una balsa cuyos ocupantes mantenían una mirada preocupada sobre los otros, como preguntándose quién sería el próximo en caer pero temiendo más ser ellos los próximos en hundirse.
Pasan las presentaciones y llega el momento de los autores, Vicente Molina Foix y Luis Cremades. Lo que me intrigó y me hizo ir fue la rara metodología de escritura que determina la estructura del libro, para entenderla hay que irse a la anécdota que Molina Foix relató con un saludable sentido del humor y que parece una irrupción de lo novelesco en la realidad: un fin de año, estando él ausente, su casa es asaltada y los ladrones, cuyo magro botín fueron dos botellas de whisky, dejaron tras su búsqueda de joyas o dinero, los cajones desparramados por el suelo. Al intentar recomponer el orden cotidiano se dio cuenta de que muchas cartas y recuerdos del pasado habían retornado por esta extraña vía y le impactó especialmente reencontrarse con las cartas de un hombre más joven que él, Luis Cremades, con quien había tenido una relación intensa y que termino tal vez prematuramente, según refiere, en gran parte por culpa, de ese invitado amargo: los celos. El de la edad es un tema recurrente en la charla, tal vez porque cuando la relación tuvo lugar, ponía a los protagonistas en escenarios vitales muy diferentes: un estudiante y poeta en ciernes de diecinueve años y escritor de treinta y cinco con un recorrido ya importante en la vida y en el arte.
A raíz del pasado resucitado involuntariamente y conmovido por la fuerza y la calidad de las cartas de su antiguo amante, Molina Foix concibe el proyecto de escribir unas memorias que recuperen la historia de ese amor y con ella revivan toda esa época. Lo interesante es la metodología: no trabajarán a cuatro manos sino que cada uno producirá un capítulo, al cual el otro responderá con el siguiente. Esa escritura de alternancia genera una cierta dinámica epistolar, aunque el relato no responda a este formato. Al oír hablar a los autores de las pesquizas en su propia memoria a veces da la sensación de que se trata de una novela policíaca en la que la víctima es el amor y los detectives son los antiguos amantes.
Cremades tenía un afonía muy grave, por lo cual se agradece doblemente su esfuerzo y tanto su voz como su estampa hablan de una lucha contra ciertos quebrantos de salud pero me quedo con una frase que espero haber anotado con fidelidad: "Cada límite es una fuente de posibilidades".
Después de oírlos, me quedan muchas preguntas que, imagino sólo resolveré cuando lea el libro, aquí van algunas:
- En algún momento de la charla se evoca ese punto de sagrado que tiene la experiencia personal, entonces transformarla en literatura sin el filtro de la ficcionalización ¿no es profanarla?
- ¿Son la vileza de nuestros propios actos y la propensión a su olvido magnitudes inversamente proporcionales?
- ¿Funcionará narrativamente ese constante juego de reflejos entre la realidad y la literatura y de la construcción artificial que son los recuerdos (aunque estén basados en la realidad) a la ficción del relato?
- ¿Serán deprimentes o infinitamente divertidos los chismes de la escena literaria retratada?
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Gracias por esta 'cosa rara', una brillante reseña sin lectura que me trae recuerdos de la presentación. Con el viaje, las caras nuevas y las conocidas, conseguí no enterarme de nada. Por lo que dices, no estuvo mal a los ojos de alguien ajeno. En cuanto a esas cuestiones pendientes para la lectura, no me atrevo a adelantar nada. Diría que hay sobre todo humanidad, esa condición frágil al mismo tiempo deprimente e infinitamente divertida.
ResponderEliminarGracias a ti por visitar esta humilde morada virtual. Es tan emocionante tener de visita a un autor sobre el que has escrito. Creo que me voy a olvidar de los escritores muertos o rumanos. En serio, es maravilloso, cuando termine el libro veré si puedo responderme a las preguntas que me generó vuestra charla o si tengo aún más.
EliminarUn abrazo,
Sonia
Qué propuesta más atrevida. Cuenta cuando lo acabes, a ver cómo ha salido al final.
ResponderEliminarSaludos,
Chema