lunes, 16 de junio de 2014

LULU (Mircea Cărtărescu)



No me esperaba esto. A pesar de que me lo advirtió el propio editor, Enrique Redel, -compré mi ejemplar en la caseta de Impedimenta en la reciente Feria del Libro de Madrid-: es un libro difícil pero es una experiencia que no deja indiferente.

¿Difícil? Difícil es El Capital, esto es más como si te desollaran el cerebro sin anestesia. Por los libros suyos que he leído antes ya sabía que Cărtărescu no es un autor light pero aquí la dosis puede resultar excesiva.

Esta novela de 1994 se lee como si hubiese sido escrita hace cien años o uno. Ocurre en un lugar al margen del tiempo porque crea un universo con sus propias coordenadas, como las pesadillas.

La historia es la siguiente (sorprendentemente, es posible simplificarla): un escritor se enfrenta a su obra más difícil en la cual intenta recomponer un acontecimiento traumático que dividió su vida cuando tenía diecisiete años y vivía el último campamento de verano de su adolescencia. El escritor tiene treinta y cuatro años, y como señala Carlos Pardo en la introducción: "la simetría es una divinidad peligrosa en la obra de Cărtărescu", es justo al doblar la edad de ese Victor adolescente que el escritor reúne el valor o la desesperación necesarios para diseccionar el fantasma de Lulu y su impronta que abrió una seria grieta en su vida.

Lulu era uno de los bulliciosos compañeros de instituto de Victor, el payaso de la clase (un bufón con una máscara siniestra), que en una noche de fiesta del campamento hace su aparición trasvestido (de ahí el título original, Travesti). Victor queda fascinado, con esa mezcla de repulsión y deseo que hace que un pensamiento se vuelva recurrente y envenene cada momento de su vida en adelante. Ese espectro chillón reaparece en cada esquina oscura con una carcajada escarlata que rompe cualquier posibilidad de normalidad: "Era puta, perra, guarra, rastrera. Se hizo el silencio y en medio del circulo estaba Lulu: los labios pintados, en forma de corazón, con un dedo de carmín; los ojos con pestañas artificiales de un negro-alquitrán, parpadeaban dulcemente con el rabillo dibujado con un pincel (...)". Hay una evocación de una provocación sexual, una especie de torpe intento de seducción que el narrador sólo puede evocar a costa de un doloroso trabajo de arqueología de su memoria.

La estampa de Lulu es un ejemplo perfecto de lo que Freud definió como unheimlich, lo "ominoso", aquello capaz de provocar el terror más profundo y desestructurante porque no procede sólo de fuera sino que hunde sus raíces en una vivencia íntima y personal, es el reverso sangriento de las cosas conocidas y familiares.

Hay un elaborado y convincente retrato de ese artista adolescente, que reviste las frustraciones de su vida cotidiana con una oscura capa de malditismo, tan decorativa como necesaria para sobrevivir. La historia de este chico que aspiraba a la gloria literaria a costa de la vida, se entrelaza a menudo con la de ese hombre adulto, un escritor con éxito pero que no a escrito la soñada obra total y que vive atormentado por serios problemas de salud mental que no ha podido resolver ni con psicoterapia ni con internamientos. Este hombre exitoso pero roto por dentro se propone escribir no ya ese libro soñado por su yo adolescente sino una especie de autopsia sobre él para sacar a la luz el núcleo de su trauma.

Lulu es barroco pero no parece una elección estilística. Es barroco porque la locura que describe es terriblemente densa, abigarrada. Hay un constante deambular por una arquitectura decadente y monstruosa, en cuyas habitaciones habitan monstruos: una araña de una belleza mortífera y alucinante, una hermana muerta con una muñeca de trapo en brazos.  Detrás de cada puerta, debajo de cada piedra, en el anverso de cada palabra habitan y se reproducen como insectos, miles de significaciones nuevas del pasado que superponen capas de recuerdos traumáticos, frases soñadas o tal vez vividas. Es como si a las palabras las invadiera un líquen devorador que las hace explotar en fragmentos, cada uno de los cuales parece cobrar vida propia antes de que hayamos podido siquiera vislumbrar lo que era antes. El delirio es un constante no-parar porque el riesgo de detenerse es enfrentarse a ese agujero del sentido que es lo más parecido a a muerte pero sin siquiera el consuelo de un final.

Llega un momento en que el autor consigue con total eficacia que no podamos distinguir si paseamos por un paisaje enloquecido o por el interior de una mente enferma. Palabra y cuerpo se funden constantemente, son dominios que superponen y se devora, tal como el pasado invade con sus tentáculos el presente: "Mi locura actual se confunde con mi locura de entonces como dos animales primitivos, transparentes, con vacuolas y corpúsculos visibles a través del fino cristal de su carne (...). Mi demencia y agotamiento de ahora devoran mi terror y mi depresión de entonces, así que no puedo saber de qué abismos de locura cuajó el monstruo alucinante que vi latir, en todo el esplendor catastrófico de sus formas, allí bajo la cúpula".

La mayor muestra de maestría de Cărtărescu es reconducir todo esta riada de escenas vividas, soñadas o imaginadas y conformar ese rompecabezas cuyas piezas están vivas y reptan por la mesa mientras el lector intenta encajarlas. El narrador nos advierte al comienzo que estamos autorizados a desconfiar de su recuerdo demoníaco de Lulu: "(...) quizá podría ser el recuerdo-biombo de algo más profundo y más lejano, de una cámara aún más secreta de mi fuero interno." Y lo era.

El protagonista avanza por ese edificio aparentemente abandonado pero que sigue poblado por objetos en descomposición, huellas fantasmales de los antiguos habitantes. Detective de su propio inconsciente, se enfrenta sus propios engaños, busca la cicatriz debajo de la cicatriz para reabrir la herida originaria. El final es perfecto, recoge los hilos que ha ido tendiendo la trama y se da el lujo de dejar algún misterio abierto porque en la vida los cierres nunca son perfectos.

¿Recomendable? Sí, pero haciendo nuestras las palabras a las que se enfrenta Dante antes de cruzar la laguna Estigia: ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza! Con un poco de suerte saldréis más fuertes del infierno.

La traducción de Marian Ochoa de Eribe es impecable y entiendo que debió ser un trabajo muy difícil. La edición, con la calidad habitual en Impedimenta y una portada perfecta. Gracias por crearnos una nueva adicción.

Más información:

  • Reseña sintética y muy personal en el blog de La hierba roja 
  • En la web de Impedimenta hay un montón de links a reseñas de mucha calidad. 

11 comentarios:

  1. Uf, uf, uf... Leí El Ruletista de Cărtărescu y desde entonces me voy haciendo poco a poco con todo lo que pillo suyo (traducido), aun sin tiempo para leerlo. hace poco comentaba que tenía ganas de volver a leer algo de él. Tengo claro que no es una lectura fácil, que Cărtărescu es laberíntico y complejo, no permite un descuido, pero eso me encanta de él. Pero ahora no sé si después de leer tu magnífica reseña me ha entrado un poco de miedín ;) No, es broma, para nada, sigo teniendo ganas de volver a Cărtărescu y te agradezco la reseña porque creo que me facilitará la lectura y hará que la dosis no sea excesiva.

    Abrazo!

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    1. Querida Ana:
      Es para tener miedo, al comienzo es un poco arduo pero luego te abduce a su mundo de pesadilla y lo peor es que no te quieres escapar. Pero tú eres una lectora valiente, estoy segura de que plantarías tu bandera de conquistadora aún en un mundo tan extraño como este.
      Abrazos,
      Sonia

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  2. Pedazo de novela y pedazo de escritor. Lulú me fascinó, como El ruletista o Cegador, y a veces todavía le doy vueltas. Tendré que releerla a ver si consigo entenderla un poquito más. La verdad es que todo lo que he leído de Cartarescu, incluso lo más ligerito, tiene una calidad literaria impresionante. Sin duda, es uno de los más grandes escritores actuales.

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    1. Apreciado Niño:
      Es un monstruo de las letras. Monstruo por raro y por su capacidad de aterrar cuando le place. Estoy de acuerdo contigo en la calidad de todos sus trabajos, a mí,incluso lo más ligerito como "Por qué nos gustan las mujeres", tiene un trato tan exquisito del lenguaje, unos paisajes tan personales, que vale la pena leerlo.

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  3. El argumento me suena mucho. Creo haberlo leído en algún sitio pero, inexplicablemente, no tenía el libro apuntado: craso error. Es una historia original que me llama mucho la atención. Además tengo bastantes libros pendientes del autor. No sé por cual empezaré, pero me tengo que poner ya. Es uno de mis eternos pendientes.

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    1. Bea:
      Gracias por tu comentario. Yo empecé por El Ruletista y fue un espléndido inicio, te lo recomiendo. Mi reseña aquí: http://goo.gl/t0qCX2
      Por favor, no dejes de comentar tus impresiones, siempre es un placer conocer las sensaciones que este autor tan peculiar genera en un lector con la mirada fresca.
      Un abrazo,
      Sonia

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  4. Es u gran libro pero no lo recomiendo para personas con algún tipo de problemas con la percepción de lo real. A mi me causó una mini crisis.
    Pelos

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    1. Apreciado Pelos:
      Tienes más razón que un santo.
      Cuídate y un saludo cariñoso,
      Sonia

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Pancracio:
      Hay algo enigmático en un comentario eliminado. Es como una huella de silencio. Gracias por tu visita.
      SAludos,
      Sonia

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  6. Es un relato demasiado denso. Tanto que mi ejemplar permanece (desde hace un año) a unas veinte páginas de terminar y no logro encausar la lectura.

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