En un alarde de falta de originalidad, que se repite cada
vez que se habla de este libro, empiezo por el autor pero es que es imposible
resistirse. John Kennedy Toole fue un escritor genial, fracasado y suicida.
Sólo se conocen dos obras suyas: la famosa La
conjura de los necios y la
menos conocida pero maravillosa La
biblia de neón. Toole, al
quien llamarían “Ken” la mayor parte de
su vida, nació en 1937, fue hijo único de un matrimonio ya mayor que se
había resignado a no tener hijos y para su madre, fue una bendición inesperada,
ese hijo al que siempre llamaría "mi tesoro" (no paró cuando el niño
ya se afeitaba) y al parecer, ese amor absorbente configuró la personalidad del
hijo, tanto en su vertiente intensamente creativa como en su cara de violencia
autodestructiva.
John
Kennedy Toole
Fuente:
KnowLA (Encyclopedia of Lousiana)
http://www.knowla.org/entry/515/&view=summary
Fue un estudiante brillante y gracias a
las becas pudo ir a la universidad de Tulane donde se graduó en inglés y luego
a Columbia donde hizo su máster en literatura. Todo parecía ir bien, dio clases
brevemente antes de ser reclutado por el ejército en 1961 y durante dos años
permaneció en Puerto Rico donde su principal función fue la enseñanza del
inglés a los soldados puertorriqueños. Durante esta época escribió la mayor
parte de La conjura de los
necios.
A su regreso a Nueva Orleans trabajó como
profesor y se dedicó a enviar su libro a las editoriales. Simon & Schuster
le respondió pidiéndole algunas revisiones y correcciones. Sin embargo, al cabo
de un tiempo terminaron por devolverle el manuscrito. Esta última etapa de su
vida estuvo teñida de un intenso sufrimiento: “The late 1960's witnessed
Tooles's increasing depression and paranoia. Still living in
his parent's home he seems likely to have negotiated a closeted homosexual
identity, as well as a growing dependence on alcohol (...)”[1]. Esta hipótesis de su homosexualidad, no la
he podido investigar a fondo pero suena coherente con los otros rasgos de su
retrato que han sobrevivido (prometo volver sobre el tema en cuanto encuentre
alguna fuente interesante). Su consumo de alcohol y una conducta extravagante
en las aulas lo llevaron a abandonar su puesto de profesor.
Fran Casillas resume así su portazo definitivo: “Toole desapareció un
20 de enero de 1969, después de una acalorada trifulca con Thelma. Los recibos
de gasolina encontrados en la guantera revelan que viajó a la costa oeste, para
luego cruzar el país en dirección a Midgeville, Georgia, donde visitó la tumba
de Flannery O'Connor. Se cree que regresaba hacia Nueva Orleans cuando paró en
una carretera secundaria a las afueras de Biloxi, Mississippi. Allí encontraron
su cuerpo el 26 de marzo.”[2]. El método que usó fue la
intoxicacón con dióxido de carbono en su automóvil, ese caballo renqueante en el que paseó sus últimos días por este mundo.
Es claro que hay otra novela en esta trágica vida. Una historia
del sur, de esa Thelma, madre adoradora y devoradora que, aunque conservó todos los documentos de su hijo, rompió la carta que dejó en el lugar de su muerte. Tenía treinta y un años cuando se marchó y la
historia de la publicación de su obra empieza con su partida. Todo esto lo
cuenta muy bien W. Kenneth Holditch en la introducción de la edición de
Anagrama: la madre no encuentra ya un motivo para vivir después del suicidio de
su tesoro, hasta que descubre el manuscrito de La conjura de los necios y peregrina con él de rechazo en rechazo
hasta que da con un estudioso que, presionado por la doliente madre lo lee y
queda estupefacto, de inmediato recomienda su publicación a la Universidad de
Louisiana. Llega el éxito que acaba de certificarse con el Pulitzer en 1981.
Thelma Toole
Fuente: La calma lectora (blog Biblioteca
Universidad Las Palmas Gran Canaria)
Por fin llego al asunto. La Biblia de neón cuenta la historia de
David, un niño que vive en un pequeño pueblo de la Louisiana más rural. Tras un
breve período de bonanza económica y buena posición social, que David apenas
puede recordar –la felicidad y la buena adaptación no dan para mucho en
literatura– su familia inicia un lento pero decidido descenso hacia la miseria,
casi sin detenerse en la estación de la pobreza.
La oscuridad de estos días se ve atenuada por la llegada de tía
Mae, una cantante retirada que ya había visto pasar lo mejor de sus pobres éxitos
artísticos y se dedica a escandalizar al pueblo (no hacía falta mucho) con su
pelo teñido de furioso rubio, sus escotes, sus andares a lo Jean Harlow y sus
boas de plumas para pasear el domingo por la tarde. Tía Mae ilumina los días de
David, juega con él y le enseña cosas de la vida, sobre todo cuando no es
consciente de hacerlo. Pero también es una calamidad; después de que el padre haya perdido el trabajo y ya
no puedan pagar las cuotas de la iglesia, caen en desgracia con el predicador y
la convivencia con un personaje como Mae, los convierte definitivamente en unos
excluidos sociales. Estos son los códigos de hierro que gobiernan la vida de un
pueblo pequeño y la historia de esta familia, es la de quienes, incluso sin
querer, los vulneran.
La voz narrativa es la del joven David que reconstruye la historia
de su breve existencia mientras huye en un tren. Desde el comienzo no le
repartieron las mejores cartas, fue un niño distinto, flaco, retraído que no
lograba hacerse un sitio en la inescalable pirámide social del pueblo. Cómo ese
niño insignificante ha llegado a convertirse en un joven fugitivo es lo que el
relato desarrollará con un ritmo y un lenguaje impecables.
La caída de la familia se concreta en la mudanza a una casa en las
afueras del pueblo. Una casa inmensa y desolada que, edificada sobre terreno
arcilloso se hunde por un lado y en la que un gran temporal puede significar la
pérdida de una habitación. Lo único
bueno de la casa es que se levanta en una colina con una bonita vista al pueblo,
allí cada noche se enciende esa Biblia de neón, el emblema del poder del
predicador, que salvo algún encontronazo con el sheriff, controla la vida no
sólo de sus feligreses sino de todos los habitantes del pueblo: su poder se extiende
a la escuela, a los servicios sociales (es él quien se ocupa de encomendar,
muchas veces contra su voluntad, a los ancianos, los desequilibrados o los
desvalidos al asilo estatal). Tras un episodio violento y triste, David intenta
rezar pero su fe infantil casi ha desaparecido: “Me pareció que era una bonita
plegaria, así que miré a través de la ventana y empecé a rezar, pero mi mirada
tropezó con la Biblia de neón, allá abajo y no pude continuar. Entonces vi que
las estrellas del cielo resplandecían con la hermosa plegaria y empecé de nuevo,
recé sin pensar siquiera (…)”.
Porque David, en su escuálido cuerpo infantil es fuerte. Tiene esa
fuerza de los quieren vivir, se alimenta del amor de su madre y su tía Mae. Con
el padre no se entienden, tienen demasiado miedo del fracaso que representan el
uno para el otro. A pesar de todo, David crece, se va haciendo fuerte, va a la
escuela, aprende, admira a uno de sus profesores, trabaja y hasta se enamora. Y
nosotros con él. Uno de los grandes méritos de esta novela es crear un verdadero
héroe, un ser de ficción a quien podemos amar, a través de cuyos ojos
contemplamos un mundo ajeno y pedido como propio y actual.
Con un libro tan bello, el spoiler
sería un pecado menor, su lectura vale la pena aunque te lo cuenten de cabo a
rabo, sin embargo, siempre prefiero dejar que cada uno se guarde las maravillas
del camino para sí mismo. Así que sin contar demasiado, puedo decir que hay dos
eventos de ruptura en este pueblucho: la guerra, que hace que la mayoría de los
hombres en edad se alisten en el ejército y la visita de un evangelista
ambulante con su espectáculo religioso que encanta tanto a la población, como
enfurece al predicador local.
El espectáculo del evangelista, Bobbie Lee Taylor, de Memphis,
con su carpa con capacidad para dos mil
personas y su espectáculo de música y conversiones, un show diseñado
para elevar los espíritus: cantar, llorar y olvidarse de la vida cotidiana. Una
verdadera orgía de sentimientos reprimidos; en la hoguera de la fe ardían igual
de bien la culpa, la soledad y el resentimiento. Pero como el circo, Bobbie Lee
se marcha y la Biblia de neón vuelve a reinar sobre el pueblo cuando los ánimos
se calman.
Con la guerra, David ve llorar a su padre por primera vez junto al
tren en el que partirá a luchar destinado a Italia. El pueblo sin hombres es distinto, la instalación de
una fábrica de hélices para aviones militares lo acaba de cambiar del todo. La
tía Mae consigue un trabajo de supervisora, las mujeres del pueblo empiezan a verla
de otra forma. Ahora hay más dinero pero pocas cosas en que gastarlo, por el
racionamiento. Hay una escena memorable por su pura belleza, todos los que
duden de que la poesía puede habitar en los pliegues de la prosa, tienen que
leer esto: es verano y las trabajadoras de la fábrica organizan una fiesta, que
dirige Mae, hay comida, cerveza y hasta una orquesta. Hay olor de madreselvas y
las mujeres van llegando con sus vestidos ligeros, pero mejor que lo cuente él: “(…)
llevaban vestidos de verano con flores estampadas. Podías ver las flores
moviéndose sobre la pista, rosas con gardenias y violetas con girasoles”. La orquesta no tiene cantante y en un momento
dado, alguien hace un llamado por si alguien se anima a cantar y tras una falsa
vacilación sube a la tarima:
“Al llegar aquí intervino el trompetista,
y parecía bueno de veras. También tía Mae parecía hacerlo bien. Yo no sabía que
cantaba así. Su voz era mejor que ninguna de las que había oído fuera de las
películas. Miré a mamá y vi que miraba a tía Mae con los ojos humedecidos. Las
mujeres la miraban con asombro. Nadie en el valle había oído cantar así,
excepto en la radio.”
Con la guerra, se hace patente otra realidad, la capacidad de las
mujeres para hacer cosas que en otras circunstancias no se hubiesen planteado, como
trabajar fuera de casa o conducir; más aún la capacidad del ser humano para
cambiar, para crecer cuando las circunstancias lo imponen o lo permiten: “Me
dije que, con la mayoría de los hombres en el extranjero, los conductores de
muchas de aquellas camionetas serían mujeres. Las conducían bastante bien, y
eso me hacía pensar en cómo las personas a veces pueden hacer cosas de las que
nunca las habrías creído capaces.”.
En un punto de la historia hay un terrible agujero abierto por la
locura y la muerte. Y es ese hueco de dolor el que explica las trágicas
circunstancias en las que David ha de huir.
Es una novela breve, con gran capacidad para desplegar paisajes
ante nuestros ojos con sus olores, su luz, sus habitantes y, de repente,
condensar la acción de una manera casi brutal con una frase que deja clavado al
lector. Una cualidad casi musical de la narración.
Y esa cosa tan difícil de hacernos tener devoción por un personaje
con tanta ternura como oscuridad. Cerramos el libro rezando porque el tren
avance tan rápido como para que David alcance una gran ciudad en la que se
pueda perder y nunca lo alcance su destino.
¿Recomendable? No, indispensable, sobre todo para aguantar malos
tiempos.
Mi edición es de la colección Compactos de Anagrama Nº 225, de 2005. La traducción es de Jordi Fibla y la encuentro irreprochable.
P.S. Ya he visto el documental Omega Point, sobre la vida de JKT, excelente, link abajo.
·
Según
este blog de la Universidad de Tulane, hay un documental, Omega Point de Joe
Sanford sobre John Kennedy Toole que puede verse online aquí.
·
Reseña
de Anthony Coyle en Pollito Libros, estoy en desacuerdo total con su apreciación
crítica de la novela que, por otra parte está razonada y bien escrita, as usual.
·
Arcade
Fire tiene un disco titulado Neon Bible, desconozco si hay relación pero me
gustaron las dos canciones que oí.
[1] Richards, Gary. “John Kennedy
Toole” en KnowLA Encyclopedia of Lousiana, editada por David Johnson. Louisiana
Endowment of the Humanities, artículo publicado el 9 de mayo de 2011. http://www.knowla.org/entry/515/&view=summary
[2]
Casillas, Fran. “John Kennedy Toole, la maldición del conjurado”. El Mundo. 27
de marzo de 2009. http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/25/cultura/1238008804.html
¡Ay Sonia! Lo que me gustan tus reseñas y lo poco que te prodigas ;) Magnífica entrada. Aunque conozco bastante de la vida de John Kennedy Toole (es verdad que hay una historia -un libro- en su vida) no conocía (o no recordaba) el detalle de la visita a la tumba de Flannery O'Connor.
ResponderEliminarConocía La biblia de neón, pero la verdad que no tenía muchas referencias. Ya no necesito más. Si es un libro tan bello y además ¡indispensable!! (tú sí que sabes "vender" un libro), no me lo pienso más.
Estoy pensando que mejor que no te prodigues mucho, no, que mi lista iba a temblar si escribieras reseñas más a menudo :P
Un abrazo!
Querida Ana:
EliminarTus visitas son siempre tan agradables. A mí me da un poco de coraje que esta novela siempre aparece como disminuida al lado de "La conjura", cuando tiene su propia entidad y mucha poesía. Además para esta época tan "gastosa" de Feria del Libro, es baratita.
Un abrazo,
Sonia
Al la Feria ya fui y volví bien cargada... Pero este libro lo tienen en la biblioteca, así que no hay problema. Si me gusta mucho, que parece que sí, luego lo compro (es que ayer me pasé en la Feria...)
EliminarTu blog es el que es muy agradable ;)
Abrazo!
Hay que embriagarse de vez en cuando, también de libros. ¡Viva el exceso, amiga!
EliminarMuy buena reseña, coincido con tu apreciación sobre esta hermosa novela.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Eduardo, me hierve la sangre cuando maltratan a esta novela. La belleza es subjetiva etc., pero hay que estar ciego para no apreciarla.
EliminarUn abrazo,
Sonia
Una reseña estupenda. Me lo leí tras su hiperconocido La conjura de los necios y quizás por eso me marcó el contraste entre sus dos protagonistas.
ResponderEliminarMe da mucha pena que además quede eclipsada por la otra, puesto que tiene una personalidad propia y merece la pena y mucho acercarse a ella (es una de mis luchas, la de descubrir otros títulos de autores que pasan por ser de una única obra)
Besos
Muchas gracias por tu amable comentario. Definitivamente Toole fue un "two hits wonder". Me entran ganas de iniciar una campaña pro Biblia de neón. Estoy con tu lucha.
EliminarUn abrazo,
Sonia
AHORA MISMO ACABO DE MEJORAR DE MI ENFERMEDAD, GRACIAS A MI QUERIDISIMA AMIGA DEL ALMA. LA CONJURA DE LOS NECIOS, FUE UN REFUGIO PARA MI CUANDO ESTABA SOMETIDA A MALOS TRATOS. ME PONIA EN UN RINCON DE MI CAMA, CON UNA LUZ CENITAL CÁLIDA, A LEER A ÉSTE PERSONAJE TAN ESPECIAL. A VECES LO HABRIA COGIDO POR LAS OREJAS, Y OTRA..... YO LO LEI NADA MÁS SALIÓ AL MERCADO. LO HE PRESTADO, NO ME LO HAN DEVUELTO. LO COMPRE, LO VOLVI A DEJAR Y PASÓ LO MISMO EN FIN QUE AHORA YA TENGO RECAMBIOS.
ResponderEliminarHola Anónima lectora:
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Los libros son una compañía para los momentos de mayor fragilidad y aunque no dan soluciones, dan fuerzas, dan esperanza, esa que surge no del contenido sino de la belleza de la narración. Si te gustó "La Conjura de los necios", atrévete con "La Biblia de neón", tiene un tono diferente pero seguro que lo disfrutarás.
Creo que ya lo he dicho antes pero lo reitero: la verdadera literatura de autoayuda es la buena literatura.
Un abrazo,
Sonia
Ese tren sigue su marcha en mi memoria...
ResponderEliminar