Érase un exclusivo internado para chicos enclavado en un tradicional pueblito de la campiña inglesa. Todo muy escolar y muy british con olor a polvo de tiza en el ambiente y mermelada de naranja amarga con la tostada. ¿Qué podría pasar aquí en la víspera de la festividad más importante del colegio? Crímenes, off course.
El subtítulo de esta novela, Otro nuevo y extraño misterio para Gervase Fen, me advirtió que era parte de una serie. Normalmente una cierta compulsión de orden (que lamentablemente no afecta otras áreas de mi vida) me hubiese hecho remontarme a los orígenes, estaba segura de haber leído buenos comentarios en alguna parte pero es bueno cambiar de hábitos de vez en cuando. Bien, no es necesario conocer los antecedentes, la historia es autónoma y salvo contadas alusiones a algún personaje que ha cruzado las historias anteriores, no necesitamos más datos para disfrutar del encanto del profesor Fen.
Desde el punto de vista formal esta narración cumple con todos los requisitos para adscribirla a la escuela británica de la novela clásico de detectives: un sabueso aficionado que investiga crímenes sucesivos en un universo pequeño y cerrado habitado por personajes aristocráticos y el correspondiente personal de servicio (ese mayordomo...). Dichos crímenes han de ser perpetrados en personajes odiosos o no demasiado importantes con los que el lector no haya desarrollado un verdadero vínculo de empatía y a partir de ellos tiene lugar ese ejercicio de lógica deductiva de encontrar al culpable. Aunque Trabajos tiene todos los ingredientes que aparecen en la receta que acabamos de formular, es mucho más: un sentido del humor impecable, con una veta trágica que lo hace aún más fino; la construcción de los personajes, sobre unos "maniquíes" de estereotipos es capaz de crear un elenco de caracteres reconocibles y recordables, no meras piezas a encajar en el rompecabezas.
El director de la escuela Castrevenford recurre a su amigo Gervase Fen, profesor de Oxford para reemplazar al orador que debía entregar los premios académicos más importantes del calendario escolar. Lo que se anticipaba como una aburrida jornada, concesión a un viejo amigo en apuros, se transforma cuando una estudiante del colegio de señoritas que participa en una obra de teatro conjunta, desaparece y pocas horas después dos profesores son asesinados.
La solidez y el encanto del protagonista son el motor de esta narración y la diferencian de, por ejemplo, esos productos tardíos creados en serie y firmados con el nombre de Agatha Christie. Desde que Fen pone un pie en escena, ataviado con esa escandalosa corbata de sirenas y con sus ademanes de fumador compulsivo, que parecen demostrar que se puede ser adicto a la nicotina sin perder la elegancia, sabemos que más que la solución del misterio lo interesante va a ser el camino para llegar a ella.
Gervase Fen me recuerda a mi profesor de álgebra del colegio que de vez en cuando nos soltaba advertencias de este cariz: "Señoritas, tendrán que seguirme en este ejercicio como un acto de fe, luego cuando destripemos el teorema, verán la lógica del asunto y podrán reemplazar la creencia por la convicción", eso se lo decía a adolescentes de catorce años que mirábamos impacientes por la ventana pensando si se despejarían esas nubes para tomar el sol un rato en el recreo. Pues algo así transmite Fen al lector, una idea de que el ya tiene el caso resuelto en su cabeza pero que con su estilo de profesor quiere llevarnos de la mano por los caminos de su deducción, que básicamente consisten en una exploración detallada del carácter de los personajes y cómo éste los implica o no en la trama criminal, que sería la ecuación a despejar. Por momentos tuve la sensación nos fuerza a admitir demasiados supuestos pero como no cae en la trampa de escamotear la lógica del asunto, se perdona esa obligada caída en el acto de fe.
Pero Fen no es un profesor de álgebra, es un profesor de literatura y en un libro con este título, esa diferencia es fundamental. Como la pista ya viene en el título no creo cometer ninguna indiscreción si revelo que en el centro de la intriga está un manuscrito secreto de Shakespeare, un hipotético Trabajos de amor logrados que sería la continuación de una de las comedias tempranas del bardo, Trabajos de amor perdidos, una de estas macro comedias románticas llenas de enredos que tan bonitas que dan en el cine (lo reconozco, Keneth Branagh es uno de mis placeres culpables).
Un Shakespeare de Branagh (Un montón de gente bella con grandes diálogos, ¿para qué más?)
Un detalle de buena escritura es que el imperturbable Fen, que no parece despeinarse frente al asesinato, pierde los nervios frente a la posible destrucción del manuscrito. Otro, que el estilo literario en una carta de despedida es clave para despejar los verdaderos motivos de una desaparición. En fin, el cuidado y el amor por una prosa bella que acompaña siempre a la acción: "Una polilla aleteó alrededor de la lámpara del escritorio, batiendo rápidamente las alas y formando un intermitente tatuaje contra los deslustrados dibujos de la tulipa". La capacidad descriptiva de Crispin es fundamental pues, por lo menos en este caso, el conocimiento del carácter de los personajes lo que permite que la acción avance con fluidez, a veces le bastan un par de trazos para hacer un retrato completo: "Su mujer es una mujercilla diminuta, débil como un pajarito; sospecho que no le queda ni un ápice de personalidad o carácter después de toda una vida dedicada a él".
Su técnica de construcción de los personajes es perfecta: crea una especie de cliché, lo etiqueta y lo lanza a la acción, sólo para luego revelarnos que hay algo más que lo que inicialmente habíamos creído. Por ejemplo, el atribulado director del colegio que parece vivir para gobernar las mil minucias que constituyen la vida académica, de repente con un vaso de whisky en la mano nos suelta una disquisición filosófica de este calibre: "La Naturaleza exige, por alguna inescrutable razón, un equilibrio. Destruye ese equilibrio y la desgracia se abatirá sobre ti mientras dure la transición hacia otro equilibro diferente".
Más que los previsibles aciertos de Fen, nos sorprenden sus pequeños fallos, que constribuyen a hacerlo más querible, sobre todo porque nos gusta reírnos un poco de la buena opinión que tiene de sí mismo. Es impagable por su delicado tono tragicómico, la escena en que en sabueso demente y pulgoso se convierte en el héroe de la historia.
En resumen, una novela de detectives (que no negra) con belleza literaria, sentido del humor, una intriga efectiva y bien planteada, y hasta la emocionante persecución de un Hispano-Suiza por carreteras comarcales a velocidades nunca vistas en el country side. Lo recomiendo fervientemente y corro a buscar La juguetería errante.
La edición de Impedimenta, como siempre es cuidada y estéticamente impecable. En esta ocasión apuntaría que la traducción de José C. Valés (acertada y fluida en general) se hubiese beneficiado de una revisión más detallada, que limara un par de aristas, sobre todo en términos recurrentes a lo largo del relato como el uso de "superintendente" para una especie de jefe de la policía local, algún loísmo que se cuela de contrabando y el uso en un diálogo de "runa" por "mantra" (en la página 164). También resulta extraño que el arma homicida mute entre pistola y revólver, pues sin ser una experta en armas, creo que matan de forma distinta, los casquillos son diferentes y sobre todo, dejan un cadáver con una fisonomía distinta. Todo lo anterior no impide el disfrute de esta historia y son sólo minucias que seguro que se irán corrigiendo en ediciones posteriores (la mía es la primera, de febrero de 2014).
Edito: El diligente y "puntilloso" traductor José C. Valés se puso en contacto conmigo en twitter y hablamos del loísmo que creí haber encontrado y resulta, que la cosa no era exactamente como yo creía, pues según la norma, verbos como "creer", que era el caso, admiten el doble uso sin que sea delito. Qué alegría encontrar a alguien tan preocupado por su trabajo.
Más información:
Lo voy a dejar pasar.... No acaba de tentarme.
ResponderEliminarGracias por tu reseña ;)
Besos
Gracias por tu visita, espero ser más "tentadora" la próxima vez, aunque la utilidad de una reseña también puede ser anticipar si algo está fuera de la esfera de nuestro gusto.
EliminarUn abrazo,
Sonia
Me encantan tus reseñas, Sonia. Creo que si reseñaras el catálogo de Ikea igualmente disfrutaría leyéndote :)
ResponderEliminarTe agradezco que mencionas que se puede leer así, sin orden ni concierto aunque sea parte de una serie porque tengo la misma compulsión que tú, aunque también prácticamente limitada a los libros y sus series, sagas, trilogías y demás... Me gusta mucho el humor inglés (creo que es lo que más me gusta de los ingleses), y soy fan de los detectives clásicos, así que esta mezcla promete. Añado además ser también fan de Impedimenta, así que blanco y en botella... ¡Ah, y Fen, profesor de literatura!...
Gracias y un abrazo!
Hola Ana:
EliminarQué alegría tenerte por aquí. Yo creo que a mí también lo que más me gusta de los ingleses es el humor, seguido de la hora del té (scones y mermelada incluidos), las backed beans, el rock y los parques.
Por lo que cuentas, caerás seguro bajo el hechizo de Fen, no te resistas.
Un abrazo,
Sonia
Puntos a favor:
ResponderEliminar1. Todo muy BRITISH, olor a polvo de tiza y naranja amarga.
2. AUTONOMÍA de la novela dentro de la serie
3. Novela CLÁSICA de detectives.
4. PERSONAJES bien resueltos
5. Profesor de LITERATURA
6. EDICIÓN cuidada.
7. ¡Ah, el HUMOR!
8. Importante: TU reseña.
Eso es prácticamente una goleada avasalladora :-) Me lo llevo.
Gracias por la estupenda reseña. Besucos.
Admiro tu capacidad de síntesis, has condensado todo lo que me gustó de la novela.
EliminarGracias por tu comentario y por la difusión en twitter.
Un abrazo,
Sonia
Anoto tu magnífica reseña para el futuro. Ahora estoy en íntimo diálogo con Robertson Davies y su trilogía de Deptford ( aún en el primero, "El quinto en discordia", una maravilla)
ResponderEliminarHe disfrutado leyendo tu reseña.
Un saludo,
Lola
Hola Lola:
EliminarMuchas gracias por comentar, yo me pasé un buen rato con Gervase Fen y quedé con ganas de más. También gracias por tu recomendación de la que tomo atenta nota.
Un abrazo,
Sonia
Hola Sonia, yo es que soy fan de Fen (perdón por el chiste fácil). Me parece que tiene una forma de escribir deliciosa que Valés ha sabido conservar a la perfección en su cuidada traducción.
ResponderEliminarDe hecho he leído todas, ese sabor a detective de los de antes, me pirra.
Besos
Yo me he hecho del club Fen. Valés, súper majo a pesar de mis puntillosas objeciones a su estupendo trabajo.
EliminarUn abrazo,
Sonia