lunes, 9 de junio de 2014

LA BIBLIA DE NEÓN

  

En un alarde de falta de originalidad, que se repite cada vez que se habla de este libro, empiezo por el autor pero es que es imposible resistirse. John Kennedy Toole fue un escritor genial, fracasado y suicida. Sólo se conocen dos obras suyas: la famosa La conjura de los necios y la menos conocida pero maravillosa La biblia de neón. Toole, al quien llamarían “Ken” la mayor parte de  su vida, nació en 1937, fue hijo único de un matrimonio ya mayor que se había resignado a no tener hijos y para su madre, fue una bendición inesperada, ese hijo al que siempre llamaría "mi tesoro" (no paró cuando el niño ya se afeitaba) y al parecer, ese amor absorbente configuró la personalidad del hijo, tanto en su vertiente intensamente creativa como en su cara de violencia autodestructiva. 



John Kennedy Toole
Fuente: KnowLA (Encyclopedia of Lousiana) 
http://www.knowla.org/entry/515/&view=summary

Fue un estudiante brillante y gracias a las becas pudo ir a la universidad de Tulane donde se graduó en inglés y luego a Columbia donde hizo su máster en literatura. Todo parecía ir bien, dio clases brevemente antes de ser reclutado por el ejército en 1961 y durante dos años permaneció en Puerto Rico donde su principal función fue la enseñanza del inglés a los soldados puertorriqueños. Durante esta época escribió la mayor parte de La conjura de los necios. 

A su regreso a Nueva Orleans trabajó como profesor y se dedicó a enviar su libro a las editoriales. Simon & Schuster le respondió pidiéndole algunas revisiones y correcciones. Sin embargo, al cabo de un tiempo terminaron por devolverle el manuscrito. Esta última etapa de su vida estuvo teñida de un intenso sufrimiento: “The late 1960's witnessed Tooles's increasing depression and paranoia. Still living in his parent's home he seems likely to have negotiated a closeted homosexual identity, as well as a growing dependence on alcohol (...)[1]. Esta hipótesis de su homosexualidad, no la he podido investigar a fondo pero suena coherente con los otros rasgos de su retrato que han sobrevivido (prometo volver sobre el tema en cuanto encuentre alguna fuente interesante). Su consumo de alcohol y una conducta extravagante en las aulas lo llevaron a abandonar su puesto de profesor.

Fran Casillas resume así su portazo definitivo: “Toole desapareció un 20 de enero de 1969, después de una acalorada trifulca con Thelma. Los recibos de gasolina encontrados en la guantera revelan que viajó a la costa oeste, para luego cruzar el país en dirección a Midgeville, Georgia, donde visitó la tumba de Flannery O'Connor. Se cree que regresaba hacia Nueva Orleans cuando paró en una carretera secundaria a las afueras de Biloxi, Mississippi. Allí encontraron su cuerpo el 26 de marzo.”[2]. El método que usó fue la intoxicacón con dióxido de carbono en su automóvil, ese caballo renqueante en el que paseó sus últimos días por este mundo.

Es claro que hay otra novela en esta trágica vida. Una historia del sur, de esa Thelma, madre adoradora y devoradora que, aunque conservó todos los documentos de su hijo, rompió la carta que dejó en el lugar de su muerte. Tenía treinta y un años cuando se marchó y la historia de la publicación de su obra empieza con su partida. Todo esto lo cuenta muy bien W. Kenneth Holditch en la introducción de la edición de Anagrama: la madre no encuentra ya un motivo para vivir después del suicidio de su tesoro, hasta que descubre el manuscrito de La conjura de los necios y peregrina con él de rechazo en rechazo hasta que da con un estudioso que, presionado por la doliente madre lo lee y queda estupefacto, de inmediato recomienda su publicación a la Universidad de Louisiana. Llega el éxito que acaba de certificarse con el Pulitzer en 1981.

Tiempo después la madre encuentra el manuscrito de La biblia de neón, novela que nuestro amigo Ken escribió con dieciséis años. Se podría pensar que su valor está en la prefiguración del genio, en los primeros esbozos de la voz que habría de venir. No. Es una obra maravillosa por derecho propio. El equivalente en prosa de la obra de Rimbaud para la poesía. Por otro de los retorcimientos de esta novela detrás de la novela, estuvo también a punto de no ser publicada, pues resulta que según una anticuada ley “napoleónica” del estado de Lousiana, la mitad de los derechos correspondían a los hermanos del padre. En la primera publicación que se hizo sin pretensión alguna, la madre había obtenido fácilmente una carta de renuncia de estos familiares pero éstos no estuvieron dispuestos a cometer el mismo error con un segundo posible best-seller. Contra todo pronóstico, esta devotísima madre, ya muy anciana, prefirió condenar la primera novela de su hijo al silencio y con esta decisión se fue a la tumba. Tras años de pleitos, en 1987, por fortuna, un juez decretó la división de los derechos y La Biblia de neón pudo ¡por fin! ser publicada.


Thelma Toole
Fuente: La calma lectora (blog Biblioteca Universidad Las Palmas Gran Canaria) 


Por fin llego al asunto. La Biblia de neón cuenta la historia de David, un niño que vive en un pequeño pueblo de la Louisiana más rural. Tras un breve período de bonanza económica y buena posición social, que David apenas puede recordar –la felicidad y la buena adaptación no dan para mucho en literatura– su familia inicia un lento pero decidido descenso hacia la miseria, casi sin detenerse en la estación de la pobreza.

La oscuridad de estos días se ve atenuada por la llegada de tía Mae, una cantante retirada que ya había visto pasar lo mejor de sus pobres éxitos artísticos y se dedica a escandalizar al pueblo (no hacía falta mucho) con su pelo teñido de furioso rubio, sus escotes, sus andares a lo Jean Harlow y sus boas de plumas para pasear el domingo por la tarde. Tía Mae ilumina los días de David, juega con él y le enseña cosas de la vida, sobre todo cuando no es consciente de hacerlo. Pero también es una calamidad; después de que el padre haya perdido el trabajo y ya no puedan pagar las cuotas de la iglesia, caen en desgracia con el predicador y la convivencia con un personaje como Mae, los convierte definitivamente en unos excluidos sociales. Estos son los códigos de hierro que gobiernan la vida de un pueblo pequeño y la historia de esta familia, es la de quienes, incluso sin querer, los vulneran.

La voz narrativa es la del joven David que reconstruye la historia de su breve existencia mientras huye en un tren. Desde el comienzo no le repartieron las mejores cartas, fue un niño distinto, flaco, retraído que no lograba hacerse un sitio en la inescalable pirámide social del pueblo. Cómo ese niño insignificante ha llegado a convertirse en un joven fugitivo es lo que el relato desarrollará con un ritmo y un lenguaje impecables.

La caída de la familia se concreta en la mudanza a una casa en las afueras del pueblo. Una casa inmensa y desolada que, edificada sobre terreno arcilloso se hunde por un lado y en la que un gran temporal puede significar la pérdida de una habitación.  Lo único bueno de la casa es que se levanta en una colina con una bonita vista al pueblo, allí cada noche se enciende esa Biblia de neón, el emblema del poder del predicador, que salvo algún encontronazo con el sheriff, controla la vida no sólo de sus feligreses sino de todos los habitantes del pueblo: su poder se extiende a la escuela, a los servicios sociales (es él quien se ocupa de encomendar, muchas veces contra su voluntad, a los ancianos, los desequilibrados o los desvalidos al asilo estatal). Tras un episodio violento y triste, David intenta rezar pero su fe infantil casi ha desaparecido: “Me pareció que era una bonita plegaria, así que miré a través de la ventana y empecé a rezar, pero mi mirada tropezó con la Biblia de neón, allá abajo y no pude continuar. Entonces vi que las estrellas del cielo resplandecían con la hermosa plegaria y empecé de nuevo, recé sin pensar siquiera (…)”.

Porque David, en su escuálido cuerpo infantil es fuerte. Tiene esa fuerza de los quieren vivir, se alimenta del amor de su madre y su tía Mae. Con el padre no se entienden, tienen demasiado miedo del fracaso que representan el uno para el otro. A pesar de todo, David crece, se va haciendo fuerte, va a la escuela, aprende, admira a uno de sus profesores, trabaja y hasta se enamora. Y nosotros con él. Uno de los grandes méritos de esta novela es crear un verdadero héroe, un ser de ficción a quien podemos amar, a través de cuyos ojos contemplamos un mundo ajeno y pedido como propio y actual.

Con un libro tan bello, el spoiler sería un pecado menor, su lectura vale la pena aunque te lo cuenten de cabo a rabo, sin embargo, siempre prefiero dejar que cada uno se guarde las maravillas del camino para sí mismo. Así que sin contar demasiado, puedo decir que hay dos eventos de ruptura en este pueblucho: la guerra, que hace que la mayoría de los hombres en edad se alisten en el ejército y la visita de un evangelista ambulante con su espectáculo religioso que encanta tanto a la población, como enfurece al predicador local.

El espectáculo del evangelista, Bobbie Lee Taylor, de Memphis, con  su carpa con capacidad para dos mil personas y su espectáculo de música y conversiones, un show diseñado para elevar los espíritus: cantar, llorar y olvidarse de la vida cotidiana. Una verdadera orgía de sentimientos reprimidos; en la hoguera de la fe ardían igual de bien la culpa, la soledad y el resentimiento. Pero como el circo, Bobbie Lee se marcha y la Biblia de neón vuelve a reinar sobre el pueblo cuando los ánimos se calman.


Con la guerra, David ve llorar a su padre por primera vez junto al tren en el que partirá a luchar destinado a Italia. El pueblo sin hombres es distinto, la instalación de una fábrica de hélices para aviones militares lo acaba de cambiar del todo. La tía Mae consigue un trabajo de supervisora, las mujeres del pueblo empiezan a verla de otra forma. Ahora hay más dinero pero pocas cosas en que gastarlo, por el racionamiento. Hay una escena memorable por su pura belleza, todos los que duden de que la poesía puede habitar en los pliegues de la prosa, tienen que leer esto: es verano y las trabajadoras de la fábrica organizan una fiesta, que dirige Mae, hay comida, cerveza y hasta una orquesta. Hay olor de madreselvas y las mujeres van llegando con sus vestidos ligeros, pero mejor que lo cuente él: “(…) llevaban vestidos de verano con flores estampadas. Podías ver las flores moviéndose sobre la pista, rosas con gardenias y violetas con girasoles”.  La orquesta no tiene cantante y en un momento dado, alguien hace un llamado por si alguien se anima a cantar y tras una falsa vacilación sube a la tarima:

“Al llegar aquí intervino el trompetista, y parecía bueno de veras. También tía Mae parecía hacerlo bien. Yo no sabía que cantaba así. Su voz era mejor que ninguna de las que había oído fuera de las películas. Miré a mamá y vi que miraba a tía Mae con los ojos humedecidos. Las mujeres la miraban con asombro. Nadie en el valle había oído cantar así, excepto en la radio.”

Con la guerra, se hace patente otra realidad, la capacidad de las mujeres para hacer cosas que en otras circunstancias no se hubiesen planteado, como trabajar fuera de casa o conducir; más aún la capacidad del ser humano para cambiar, para crecer cuando las circunstancias lo imponen o lo permiten: “Me dije que, con la mayoría de los hombres en el extranjero, los conductores de muchas de aquellas camionetas serían mujeres. Las conducían bastante bien, y eso me hacía pensar en cómo las personas a veces pueden hacer cosas de las que nunca las habrías creído capaces.”.

En un punto de la historia hay un terrible agujero abierto por la locura y la muerte. Y es ese hueco de dolor el que explica las trágicas circunstancias en las que David ha de huir.

Es una novela breve, con gran capacidad para desplegar paisajes ante nuestros ojos con sus olores, su luz, sus habitantes y, de repente, condensar la acción de una manera casi brutal con una frase que deja clavado al lector. Una cualidad casi musical de la narración.

Y esa cosa tan difícil de hacernos tener devoción por un personaje con tanta ternura como oscuridad. Cerramos el libro rezando porque el tren avance tan rápido como para que David alcance una gran ciudad en la que se pueda perder y nunca lo alcance su destino.

¿Recomendable? No, indispensable, sobre todo para aguantar malos tiempos.

Mi edición es de la colección Compactos de Anagrama Nº 225, de 2005. La traducción es de Jordi Fibla y la encuentro irreprochable.

P.S. Ya he visto el documental Omega Point, sobre la vida de JKT, excelente, link abajo.

Información adicional:

·        Según este blog de la Universidad de Tulane, hay un documental, Omega Point de Joe Sanford sobre John Kennedy Toole que puede verse online  aquí.
·        Reseña de Anthony Coyle en Pollito Libros, estoy en desacuerdo total con su apreciación crítica de la novela que, por otra parte está razonada y bien escrita, as usual
·        Reseña de Albert Fabregat en su blogLecturalia
·        Reseña de Goizeder Lamariano en el blog Cuéntate la vida
·        Ficha en Lecturalia
·        Arcade Fire tiene un disco titulado Neon Bible, desconozco si hay relación pero me gustaron las dos canciones que oí.




[1] Richards, Gary. “John Kennedy Toole” en KnowLA Encyclopedia of Lousiana, editada por David Johnson. Louisiana Endowment of the Humanities, artículo publicado el 9 de mayo de 2011. http://www.knowla.org/entry/515/&view=summary
[2] Casillas, Fran. “John Kennedy Toole, la maldición del conjurado”. El Mundo. 27 de marzo de 2009. http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/25/cultura/1238008804.html

11 comentarios:

  1. ¡Ay Sonia! Lo que me gustan tus reseñas y lo poco que te prodigas ;) Magnífica entrada. Aunque conozco bastante de la vida de John Kennedy Toole (es verdad que hay una historia -un libro- en su vida) no conocía (o no recordaba) el detalle de la visita a la tumba de Flannery O'Connor.

    Conocía La biblia de neón, pero la verdad que no tenía muchas referencias. Ya no necesito más. Si es un libro tan bello y además ¡indispensable!! (tú sí que sabes "vender" un libro), no me lo pienso más.

    Estoy pensando que mejor que no te prodigues mucho, no, que mi lista iba a temblar si escribieras reseñas más a menudo :P

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Ana:
      Tus visitas son siempre tan agradables. A mí me da un poco de coraje que esta novela siempre aparece como disminuida al lado de "La conjura", cuando tiene su propia entidad y mucha poesía. Además para esta época tan "gastosa" de Feria del Libro, es baratita.
      Un abrazo,
      Sonia

      Eliminar
    2. Al la Feria ya fui y volví bien cargada... Pero este libro lo tienen en la biblioteca, así que no hay problema. Si me gusta mucho, que parece que sí, luego lo compro (es que ayer me pasé en la Feria...)

      Tu blog es el que es muy agradable ;)

      Abrazo!

      Eliminar
    3. Hay que embriagarse de vez en cuando, también de libros. ¡Viva el exceso, amiga!

      Eliminar
  2. Muy buena reseña, coincido con tu apreciación sobre esta hermosa novela.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario Eduardo, me hierve la sangre cuando maltratan a esta novela. La belleza es subjetiva etc., pero hay que estar ciego para no apreciarla.

      Un abrazo,
      Sonia

      Eliminar
  3. Una reseña estupenda. Me lo leí tras su hiperconocido La conjura de los necios y quizás por eso me marcó el contraste entre sus dos protagonistas.
    Me da mucha pena que además quede eclipsada por la otra, puesto que tiene una personalidad propia y merece la pena y mucho acercarse a ella (es una de mis luchas, la de descubrir otros títulos de autores que pasan por ser de una única obra)
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu amable comentario. Definitivamente Toole fue un "two hits wonder". Me entran ganas de iniciar una campaña pro Biblia de neón. Estoy con tu lucha.
      Un abrazo,
      Sonia

      Eliminar
  4. AHORA MISMO ACABO DE MEJORAR DE MI ENFERMEDAD, GRACIAS A MI QUERIDISIMA AMIGA DEL ALMA. LA CONJURA DE LOS NECIOS, FUE UN REFUGIO PARA MI CUANDO ESTABA SOMETIDA A MALOS TRATOS. ME PONIA EN UN RINCON DE MI CAMA, CON UNA LUZ CENITAL CÁLIDA, A LEER A ÉSTE PERSONAJE TAN ESPECIAL. A VECES LO HABRIA COGIDO POR LAS OREJAS, Y OTRA..... YO LO LEI NADA MÁS SALIÓ AL MERCADO. LO HE PRESTADO, NO ME LO HAN DEVUELTO. LO COMPRE, LO VOLVI A DEJAR Y PASÓ LO MISMO EN FIN QUE AHORA YA TENGO RECAMBIOS.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Anónima lectora:
      Muchas gracias por tu comentario. Los libros son una compañía para los momentos de mayor fragilidad y aunque no dan soluciones, dan fuerzas, dan esperanza, esa que surge no del contenido sino de la belleza de la narración. Si te gustó "La Conjura de los necios", atrévete con "La Biblia de neón", tiene un tono diferente pero seguro que lo disfrutarás.
      Creo que ya lo he dicho antes pero lo reitero: la verdadera literatura de autoayuda es la buena literatura.
      Un abrazo,
      Sonia

      Eliminar
  5. Ese tren sigue su marcha en mi memoria...

    ResponderEliminar

Tus comentarios son bienvenidos.