Ya hablé antes aquí de Cărtărescu pero hoy es su reverso rosa el que viene a visitarnos. No es el narrador de esas salas subterráneas de la desesperación que pueblan El Ruletista, es más bien una voz seductora, la de un pintor de detalladas miniaturas femeninas, algunas son trazos en carboncillo de un rostro aún con curvas infantiles, otras mosaicos de cuerpos sensuales y dorados, en otras ni siquiera hay una mujer, son habitaciones en las que flota un perfume y alguna prenda abandonada habla de la nostalgia de esa presencia.
Las piezas que componen este libro, nos informa la introducción, fueron escritas para la versión rumana de la revista Elle (¡qué nivel tienen las revistas femeninas en otros países!) y aunque están unidas por la temática común de hablar de alguna mujer, son bastantes desiguales en su tono y en su estilo. A la vez que Cărtărescu dibuja a la heroína de turno también va construyendo una imagen, más bien una sombra palpable de quien cuenta a estas féminas: un adolescente sensible y algo presuntuoso que habla con citas literarias; un poeta en apuros de viaje con dos poetisas iracundas al borde de arrancarse los ojos entre sí; el joven que contempla maravillado el milagro del primer amor correspondido. Un hombre que parece multiplicarse con las mujeres a las que contempla.
Max Lacruz, autor de la introducción dice que el autor "se pregunta y nos pregunta" ¿por qué nos gustan las mujeres? No estoy de acuerdo, no hay duda en su discurso, no hay una búsqueda de motivos, excepto tal vez en la última pieza del libro. Hay más una exposición que alterna el gozo con la agonía de amar a una mujer. Está el riesgo de la cursilería pero ser cursi es parte del enamoramiento y de la vida y Cărtărescu lo asume con valentía y sale casi indemne.
Hay reflexiones sobre el poder de la belleza y de cómo el adjetivo "cautivador" encaja en el fenómeno que la belleza desnuda provoca en sus espectadores o ¿víctimas? Aunque nos habla de mujeres a las que ha amado, admirado y/o temido, no hay ese aire de catálogo o de colección de mariposas que pueblan los relatos de los Casanovas al uso, tal vez porque sabe mantener esa mirada asombrada propia de la verdadera literatura (aunque sea concebida para el papel couché) y tiene un punto encantador de modestia, casi de inocencia: "La verdad es que D. me sedujo (por la fuerza y la persuasión, más bien como un hombre seduce a una mujer) por su poder especial de soñar".
Lo sublime convive en estas páginas con su reverso: lo sórdido. La descripción alucinada de una valquiria que se dora al sol en la playa está precedida por la triste historia de cómo un joven, desesperado por perder la virginidad se encuentra con que la culminación de sus ansias se ha limitado a un triste intercambio en una tarde gris que ni siquiera se convierte en noche, se apaga, se extingue, como su deseo en los brazos de esa mujer que lo sacó sin un ápice de simpatía del jardín de su tardía infancia.
Como dije al comienzo, la calidad de los textos es desigual, algunos dejan al lector con una sensación de obra inacabada, de estudio que ha de servir como base para el retrato definitivo pero algunos son perfectos. Yo me quedaría con dos: "Zaraza", una historia de tangos desgarrados, una gitana de ojos negros, noches de cabaret y mafiosos de imaginación cruel, el trágico perfil del galán de la historia, Cristian Basile podría incluirse en un hipotético Por qué nos gutsan los hombres.
Sin embargo, mi favorita es tal vez la menos clásica "Encuentro en Turín", un relato de aire autobiográfico que narra una visita a esa ciudad mágica o aún diabólica y su fugaz encuentro, apenas algo más que un cruce de miradas y palabras con una mujer con un físico muy peculiar: una guía de museo enana que lo fascina y a la vez lo llena de auténtico pánico, hay algo apenas sugerido de la mezcla entre deseo y repulsión, realidad y pesadilla, un equilibrio estético muy difícil de lograr: "Y ocurrió, ya que la mujer que me llegaba a la altura del pecho, levantó su cabeza saturnina hacia mí, me miró a los ojos y suspiró «Mircea» con aquella intensidad con la que algunas veces oyes que te llaman por tu nombre, desde muy cerca, desde el propio cerebro, desde su centro, cuando estás muy cansado, a punto de dormirte".
Un único lunar. La compilación se cierra justamente con un texto titulado "Por qué nos gustan las mujeres", que encontré francamente edulcorado y hasta condescendiente con las mujeres, esos seres angelicales de bragas de florecitas y curvas de bizcocho, que solo follan por amor, devoran golosinas sin engordar y ni siquiera transpiran. Vamos, Mircea, ese compendio de esmalte de uñas, ropa bonita y perfume, a diferencia de los demás sí "canta" un texto de encargo para revista femenina.
Yo leí la primera edición de 2006 de Editorial Funambulista, Colección Literadura. Un formato cuadrado y pequeño, muy bonito, al que únicamente le pondría un pero: las ilustraciones de aire infantiloide que ni siquiera son feas con gracia, se quedan en feas a secas, se suponen debían ser un plus pero en mi opinión nada añadían a los retratos verbales tan vívidos. Del lado de los muchos aciertos, la traducción de Manuel Lobo suena muy natural y agradable.
En fin, una experiencia con altibajos pero que deja ver otra faceta de este autor que consigue la difícil maniobra de cambiar a un tono más juguetón y frívolo del que nos tiene acostumbrados y aún así seguir sonando como él mismo. Sigo apuntada con fervor al
Más información:
- Reseña, Por qué nos gusta Cartarescu, del ininterrumpidamente acertado Niño Vampiro.
- Reseña en Un libro al día (coincidimos en la desigual calidad de los relatos pero en que aún así, el libro es recomedable).
- Entrevista Un brindis por la libertad creativa al autor en la revista Qué leer.
Muy buena entrada... Descubrí a Cărtărescu este año con "El ruletista" y quedé rendida a sus pies (bueno debiera decir a sus manos, que son las que "físicamente" escribieron el libro). Desde entonces me he ido haciendo con su obra publicada en España, disfrutando de tenerlo ahí, dispuesto a ser leído.
ResponderEliminarNo sabía lo de la revista "Elle", vaya nivelón... quizá ese último relato que da título al libro ha sido el peaje que ha tenido que pagar para colar el resto. En cualquier caso, sé que merecerá la pena.
Gracias y un saludo!
Ana, Gracias por tu visita. Hace poco me he estado releyendo la correspondencia de Truman Capote y es alucinante ver que tuvo muchos encargos de Harper's Bazaar y hace poco comentábamos que Algo supuestamente divertido (...) de Foster Wallace fue un encargo también de esta última revista, es una pena que aquí el panorama literario en los magazines feminiles sea más bien yermo. El formato de las revistas es ideal para el relato y la crónica breve.
EliminarMe gustó mucho conocer esta otra cara de Cartarescu, editado además antes de la fase pre-Impedimenta en España, aunque con la mano de Enrique Redel de por medio. Espero que lo disfrutes cuando lo tengas entre manos.
Un abrazo,
Sonia
Una de las cosas que más me admiran de este escritor es su variedad y originalidad. A diferencia de otros que, con mayor o menor calidad, siempre escriben más o menos el mismo tipo de libro (por ejemplo, Auster y Murakami), de Cartarescu uno realmente no sabe qué esperar. Tras las dos últimas obras suyas que he leído, que son Las bellas extranjeras y éste que comentas, tengo en casa esperando Orbitor, que parece algo completamente diferente.
ResponderEliminarEsperemos que la cartarescumania permita al autor seguir manteniendo el nivel.
Saludos.
Gracias por tu vampírica visita. A mí Orbitor me da un poco de miedo, con lo que he leído por ahí, desde que es intraducible, hasta que es infumable pero claro esas cosas sólo se saben hasta que se cata "the real thing", quedo pendiente de cuando nos cuentes tu excursión por Orbitor. Por favor, dí si un libro puede tener forma de mariposa.
EliminarUn abrazo,
Sonia
Vaya, este me falta. Mi reverso de Cartarescu fue con Las bellas extranjeras y su vertiente cómica, que disfruté mucho porque le descubrí una ironía muy divertida exagerando sus propias peripecias como autor que comienza su andadura.
ResponderEliminarBesos
Las bellas extranjeras será mi próximo Cartarescu, en sintonía con tu comentario, creo que es una experiencia refrescante, apropiada para aligerar un comienzo de febrero. Muchas gracias por pasarte, espero que vuelvas por aquí.
EliminarUn abrazo,
Sonia